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Revista Cine
Malas calles puede contemplarse como un ensayo general bastantes años de que Scorsese filmara una de sus películas más recordadas, Uno de los nuestros. Aquí hay un acercamiento casi documental al mundo de la calle y a los extraños seres que la habitan. Nada más comenzar la película vemos al protagonista, Charlie - Harvey Keitel - rezando, pero más en un ejercicio de costumbres que por una auténtica aspiración espiritual, como les sucede a muchos mafiosos o aspirantes a mafiosos, tal y como ocurre aquí. No en vano, "los pecados no se redimen en la Iglesia, sino en la calle". Los personajes son jóvenes que tienen modelos poco recomendables a quienes admirar en el barrio y aspiran a ganarse la vida como ellos, pero todavía es gente en formación e imprudente y no paran de meterse en líos que podrían evitar con solo actuar con un poco de cabeza. En realidad, aunque existen un par de tramas generales, el guion de la película de Scorsese resulta un poco caótico, por lo que lo que es verdaderamente interesante en Malas Calles es la construcción del estilo que Scorsese va a utilizar en obras posteriores y la indudable fuerza de algunas escenas, propias de un cineasta que va a manifestar mucha personalidad en el futuro. No es una gran película, pero el acercamiento a ella es imprescindible para entender a uno de los grandes directores norteamericanos de las últimas décadas.