La ilustadora y escritora María Hesse analiza, con su personalísimo estilo de escritura y dibujo, muchos de los personajes de ficción que han tenido importancia en la cultura popular reciente.
En este caso, como estamos acostumbrados, no se trata de mujeres de ciencia o de letras que permitieron avances (aunque también hay algo de eso), sino una visión de cómo se ha visto la figura de la mujer en la ficción y por qué se la consideraba "mala".
Al afrontar la lectrau de Malas Mujeres (Editorial Lumen), hay que tener en cuenta una cosa. Las mujeres "malas" a las que hace referencia el título no son perversas ni malvadas per se, sino que es el rol que se les ha dado desde el mundo cultural.
En los mitos griegos, el mal llegaba al mundo de la mano de la mujer, en este caso Pandora, cuya curiosidad le llevó a abrir la caja de los males. Sin salir de Grecia tenemos también a Helena, cuya belleza provocó la guerra de Troya. Hasta que hace relativamente poco no se acuñó el término "violencia vicaria" para designar al progenitor que mataba a los hijos para dañar al otro, se llamaba "síndrome de Medea". Y el nombre procedía de los griegos. A Medusa se la considera un monstruo cuando era una mujer castigada, etc.
En el cristianismo, cambia el objeto de la tentación, pero Eva es quien hace caer a toda la humanidad. Y antes estuvo Lilith, exiliada al desierto por no querer someterse a Adán.
María Hesse continua analizando los cuentos de princesas típicos. Todos reparamos en que, hasta que el príncipe la rescata, la princesa vive con alguien que le hace la vida imposible, que siente celos de ella o que se ofende por no haber sido invitada al bautizo. ¿Quién? Pues suele ser la madrastra, o las hermanas en el caso de Cenicienta, o la bruja en el de La Bella Durmiente.
En versiones anteriores de los cuentos, solía ser la madre la mala (como en Hansel y Gretel, cuando les abandona en el bosque), pero parecía demasiado fuerte y por eso se cambió a la figura de la madrastra. Al fin y al cabo es la persona que ocupa el sitio de la madre sin serlo, con lo que ya tenemos una interpretación freudiana muy importante, puesto que usurpa el amor del padre hacia la hija.
La mayoría de nosotras hemos crecido con estos cuentos, edulcorados por Disney, y ahora resulta de agradecer que haya otras princesas autosuficientes como Tiana, Mérida, Vaiana, Elsa, etc.
No obstante, el libro no sólo trata el tema de las princesas, sino el de otros personajes de ficción y algnuos reales. Entre las primeras encontramos también a Madame Bovary, Anna Karenina y La Regenta, que han pasado a la literatura universal por sus infidelicdades. Pero también tenemos a otras heroínas "malas" por salirse de lo establecido, como Sarah Connor (mala madre) o incluso Hiedra Venenosa, Gilda o Ripley.
Entre las reales tenemos a Nancy Spungen, Lena Dunham o Micaela Coel. Una esperanza futura por lo menos para dejar de ser "brujas, putas o locas" si nos salimos del camino marcado.