Revista En Femenino

Malas noches (por Arantxa)

Publicado el 14 marzo 2013 por Imperfectas
Malas noches (por Arantxa)Esta semana estoy muy cansada y eso que no he hecho grandes cosas. Pero la rutina me tiene muerta de agotamiento. Ir a trabajar, cuidar a una niña enferma, desplazarme a otra localidad para dormir en casa de los abuelos que la iban a cuidar la mañana siguiente, para que yo no tuviera que faltar al trabajo. Hacer encaje de bolillos para que la niña sana no faltara al cole. Visita al hospital y tensión, porque si se lo llega a pegar a la pequeña puede suponer un nuevo ingreso.
Otras de las cosas que no he hecho estas últimas noches es dormir del tirón, lo cual me pone los nervios, los pelos y todo de punta. Algo que añoro de mi vida sin hijos era esas noches en que cierras el ojo y lo abres ocho horas después, sin más, ¡qué placidez¡. Pero llevamos una época, que ya dura semanas, en la que siempre se despiertan por las noches. O la una o la otra, no falla. Si sólo tuviera una criatura no todas las noches serían toledanas, pero parece que se van turnando y así tengo garantizado el festival.
Se supone que hay un fantasma o un monstruo, y el muy ladino sólo hace las visitas en horas de sueño. Mira que podía venir a vernos de de seis a ocho de la tarde, por ejemplo, pero no, lo hace bien entrada la noche o de madrugada. El fantasma tiene querencia por mi hija mayor y sólo se va si se enciende la luz. Pues no se hable más, mamá pulsa el interruptor, y tras asegurarnos de que no hay nadie en el cuarto a dormir de nuevo.
De todos los momentos de vigilia nocturna debida a causas infantiles, el más surrealista fue un viernes de hace un mes, cuando mi hija pequeña me pidió, a la una y media de la mañana, "zumo de naranja natural sin pelos", esto es colado. Por ahí ya no pasé, le dije que le llevaba agua o leche pero que no eran horas de exprimir naranjas. Muchas abnegadas madres se hubieran puesto a hacer el zumo, pero no debo serlo, pues no lo hice. Si se trata de un niño enfermo, las rutinas horarias se alteran, pero la señorita quería la bebida a deshoras por capricho.
Total, que a estas alturas de la película voy a tener que reeducar en el hábito del sueño a dos mujercitas de 4 y 6 años. No sé como se convence a un niño de que no hay fantasmas, supongo que es una fase y que pasará. En el caso de la pequeña estoy incurriendo en un error de libro: confieso que a veces prefiero meterla en la cama, a mi lado, y seguir durmiendo, que aguantar la llantina y negociar con ella. 
Todo esto pasará, lo sé, y mientras tengo que conformarme con el hecho de que cuando vuelvo a la cama me quedo dormida al instante, porque se de gente que se desvela por completo. Tengo un sueño profundo que sólo los quejidos de mis nenas o las grandes preocupaciones puede romper. Y en lo primero están ellas, por ahora.

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