Revista Cultura y Ocio

Malaventuranzas

Por Jesús Marcial Grande Gutiérrez
Malaventuranzas
Si hubiera que realizar un sermón de las malaventuranzas se lo dedicaría al señor Arthur Mas y adláteres (en un lado del estrado) y al señor Rajoy (y equipo de gobierno) en el otro.
Sr. Mas:
  • Le maldigo por crear una absurda división donde no había tal. Por envenenar el ambiente entre tantas familias y amigos, por inventar un hermanastro donde yo siempre veía un hermano.
  • Le maldigo por manipular y jalear a los coríferos que me insultan como "español ladrón".
  • Le maldigo por su maledicencia, su afirmación de que estoy "en contra" de Cataluña: precisamente porque la quiero junto a mí, estoy "con" ella. Le maldigo por esos niños que gritan en las escuelas contra España y los españoles, por los que portan pancartas escritas por sus padres en contra de mi nación en las diadas. Y me pregunto quién puede ganar algo enseñándoles tanto odio.
  • Le maldigo por sus sonrisas cínicas, su aire de superioridad ética e intelectual, su constante prevaricación en el ejercicio político haciendo un uso partidista y contrario sus deberes desde el cargo que ocupa .
  • Le maldigo por sus huidas hacia adelante, por su anhelo de pasar a los libros de historia como el héroe del independentismo, por sus hojas de ruta (que son auténticos manuales de apisonadora), por sus comentarios a la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en su "honorable" mentor político.
  • Le maldigo por su frivolidad, por medir las consecuencias de la separación a ojo de buen cubero, por despreciar las reglas económicas y políticas calificadas que se le ofrecen.
  • Le maldigo por querer para el disfrute de unos pocos el mar que le rodea, los vecinos con los que comparte frontera y comercio, la bonanza de su clima, la fertilidad de su delta, la belleza de sus montañas, las ventajas que le tocaron en suerte... Quizás algún día, por ese mismo razonamiento, Barcelona se independice de Cataluña, La Ciutat Vella de la capital, uno de sus palacetes de su barriada,  el padre que aporta la pela del resto familiar que vive a su cargo...
  • Le maldigo por su negativa a mi derecho a decidir, porque en este asunto que compete a dos, también yo tengo derecho a votar y voto "no" al igual que harían muchos españoles (muchos de ellos catalanes también). Todos hemos invertido demasiado en este proyecto común. Uno no puede darse de baja en cualquier momento porque todos sufrimos consecuencias negativas: lo entienden hasta las compañías de móviles con la obligación de permanencia (o pago de la liberación), pero también lo entiende el Barça ¿O acaso no debería resarcir Messi al equipo si se va con contrato en vigor? Sin embargo usted amenaza con un "simpa".  Revive usted en mí, aquel tópico olvidado: "En Cataluña cada uno paga lo suyo, a nadie se le ocurre pagar una ronda para todos."
  • Le maldigo por ser juez y parte en este proceso. Por oficiar de sumo sacerdote del separatismo en vez de ser árbitro de todos sus ciudadanos.
  • Le maldigo por vender la piel del oso antes de cazarlo, por las infraestructuras de estado que ya está pagando,  por todos los futuros cargos que está repartiendo, por los puestos reservados, por las promesas sin seguridad, por los créditos sin fondos...
  • Le maldigo por inventar increíbles tratados de historia ficción y colocarla descaradamente en el estante de los libros probados, los de la Historia cierta.
  • Le maldigo  por trazar una nueva frontera, por plantar una nueva cerca en esta tierra tan parcelada; por activar las barreras, cerrar los pasos, instalar aduanas, cursar visados, imprimir pasaportes... Le maldigo por dividir en hijuelas este gran solar que unificamos con tanto esfuerzo.
  • Le maldigo por ser un cansino, por su raca-raca interminable, por aburrirnos en los telediarios cada día con la historia interminable del victimismo, del derecho a su decisión (y solo a la suya), sobre su ficticia arcadia catalana independiente...
  • Le maldigo por obligarme moralmente a escribir este artículo que me enoja y entristece, cuando hay otros temas más importantes que deberían reclamar nuestra atención.

Malaventurado,  Sr. Rajoy.
  • Le maldigo por su falta de imaginación, sus argumentos de manual mal aprendido, su libro de estilo desfasado, sus estrategias lentas y previsibles, por el piñón fijo de su rígida argumentación. 
  • Le maldigo por sus bloqueos,  sus ausencias, su parsimonia, su laxitud, sus decepcionantes intervenciones, su vida tras el plasma...
  • Le maldigo por su ineficacia, por sus ataduras inconfesables, por el lastre de la corrupción que acarreará como un Sísifo condenado hasta la eternidad.
  • Le maldigo por su soberbia, su hieratismo, su falta de empatía, sus líos vitales, su infalibilidad de pacotilla, sus permanentes contradicciones...
  • Le maldigo por apelar a los fontaneros de fuera para arreglar la vía de agua territorial, por su inseguridad, por lavar la ropa sucia en lavadoras ajenas.
  • Le maldigo por engañar, por faltar a la verdad, por  prometer sin cumplir, por gobernar sin explicar, mandar sin convencer, vivir sin soñar...
  • Le maldigo por subirse al caballo de la crisis para llegar a la meta del poder, por escudarse en el hoyo de la herencia recibida para justificar las pobres alturas de la recuperación, por las chatas colinas escaladas y que nos vende como ochomiles formidables.
  • Le maldigo por dejarse "calar", por permitir que olfateemos su miedo, que percibamos su temor; por ser tan mal actor ante un público necesitado de ilusión.

Malaventurados ambos
  • Porque los dos se miran sin reconocerse a ambos lados del espejo de la ineptitud.
  • Porque han logrado crear un gigantesco problema donde solo había diferencias y desacuerdos que podrían solucionarse.
  • Porque acrecientan las diferencias entre ambos grupos de españoles separando tanto sus posiciones que acabaremos todos cayendo al mar inevitablemente.

Y malaventurados los pobres de razón y de corazón. De ellos será el reino de los cielos. Un reino chiquitito, separado de otro cada vez más pequeño, al que votarán con entusiasmo. Al final nadie será cabeza de ratón, ni cola de león: seremos leones sin cola y ratones sin cabeza.

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