Revista En Masculino

Maldita mancha

Por Yyoconestasbarbas

Si hay algo que reconozco he llevado un poco regu desde el principio en esto de la paternidad, ha sido el tema de la lavadora y el lidiar con las manchas de la ropa.

¿Conocéis la serie aquella de “Secretos del Universo, con Morgan Freeman”, que echaban en el canal Discovery Max? ¡Pues una mierda de serie como un templo, eso es lo que es…! Yo viéndola entusiasmado y preguntándome en qué episodio pondrían por fin lo de conseguir sacar la ropa limpia de verdad. Y nunca lo sacaron, los malditos. Tanta galaxia y tanta chufa, y no van a los básicos de verdad… ¡Anda por ahí con las supernovas y el polvo primigenio, hombreyá…! ¡¡Dime cómo sacar esa mancha primigenia de tomate frito para poder rescatar esta camiseta, carajo…!! ¡Eso es lo que nos interesa conocer de verdad! Y luego ya me cuentas lo de los cúmulos estelares si quieres.

Si será importante y crucial este tema, fijaos, que cuando uno entra de bruces directamente en este mundo de la paternidad, es el SEGUNDO (sí, habéis leído bien) acto vital de lo que será la nueva relación con tu hijo o hija neonata.

Y es que tras tu primera interacción con la nueva criatura venida a este mundo, que será cogerla en brazos (por cierto toda pringosa y todavía llena de lo que a ti te pueden parecer hermosos restos de fluidos placentarios viscosos y escurridizos), para achucharla de la forma más delicada que sepas como si de un cristal que pudiera romperse con mirarlo se tratase, lo segundo y siguiente que pasará, con gran probabilidad, será que ese recién nacido te devuelva su primera muestra de cariño y afecto, en forma de alivio mediante una preciosa plasta de meconio, esa oscura y breosa materia cósmica, detritus del mismísimo Cthulhu, sobre tu camisa. Esto es así. Si todavía no has llegado a este punto porque estás esperando el primero, y te estás documentando porque quieres ser un padre lo más de lo más preparado, grábatelo a fuego, chico.

Y será la primera prenda de muchas que acabe en el cubo desintegrador de la basura, aviso para navegantes. (A no ser que tengas, sí, tú, algún insano y enfermizo fetiche raro de coleccionar y guardar ítems bizarros del cual no quieras hablar, que también me parece perfecto, oye…)

Reconozco de antemano haber perdido la carrera frente a mis antepasadas en este tema. Padre empoderado, moderno, cumplidor, comprometido, implicado, corresponsable, loquequieras… ¡Mis cojones treintaytrés! ¡Un pringao, es lo que sigo siendo! No le llego yo a la altura de la suela del zapato a todas estas mujeres, vamos… Empezando por mi querida madre, o mi abuela, o quien sea. No se le resistía una mancha a mi mami, en la vida, tú… Pues no he ido yo veces por casa ahí preguntando… -“Joder, madre… ¿Tú esto cómo lo limpias? ¡Es que a mí no me queda como a ti…!”- Y es como lo del cocido, que por mucho que te dan la receta, que parece lo más tonto del mundo, pues lo haces tú y a ti te sale como un mojón de pato en comparación.

Y oye, no quiero quitarme méritos tampoco, que yo le he puesto a este tema todo el empeño del mundo y más… Y venía bien enseñado de casa en otras lides semejantes. Lo que pasa es que en la vida prepaternidad, la lavadora es un tema realmente simple, porque no tienes que lidiar normalmente con manchas. O sea… MANCHAS, quiero decir. MAN-CHAS. Manchurracas épicas, así, con toda su presencia y todo su pagüer. Con manchas poderosas. Con los malditos Vengadores en forma de manchas. Con el puñetero Thor, Dios del Trueno, Hijo de Odín, heredero al trono de la gloriosa Asgard, blandiendo su martillo Mjollnir forjado en uru místico extraído del corazón profundo de una estrella moribunda, ahí pegado en el pantalón de tu bebé. Ya me entendéis. Todo lo más, fue algún vino tinto en el mantel tras una noche tonta… Pero esto de la paternidad, amiguis, es otra puñetera liga. Es la Champions de las manchas. Y no estamos preparados. O yo no lo estaba…

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Tú a tus hijos les cuelgas una chapa o un escudito en la pechera con su superhéroe favorito.

Una mancha de zumo de naranja perenne es el pin que yo les dejo a los míos.

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Mira que desde entonces me he hecho un máster en frotar. Y cada vez que lo hago me sigo sintiendo un poco gilipollas por ello, porque en pleno siglo XXI, uno piensa, digo yo, un poco estúpidamente, pero con cierta razón, que esto del frotar ya se habrá acabado…, como prometía aquel famoso anuncio de la tele de hace años… Pero noooooooo. Nada más lejos. Lo primero, porque muchas veces te toca empezar quitando lo gordo, de buenas a primeras. Porque dices -“Yo no meto esto a la lavadora, con TODO ESO ahí pegado, y con el resto de ropa que no está TAN sucia… Ni voy a poner toda una lavadora solamente para esta prenda…”- Y ahí es cuando ya empieza el festival.

Y lo segundo, porque a veces me da la sensación de que la ropa sale de la lavadora igual que entra. Un “Body” Horror Picture Show. Que dices… -“¿Pero esto lava… De qué…?”-

Manchas de fruta, cagaos, barro, mocos, babas, restos de todas las comidas y bebidas existentes en nuestra dimensión -y de las de alguna paralela seguro que también…-, sangre, pis, grasa, vómitos, helados, azúcares, chocolates y pringues varios… La lista de ellas, es tan larga que también merecería otra peli de Spielberg.

Claro que a estas alturas de la partida, a nadie le extraña que de restregarse por los coches más puercos de la calle, acariciar las esquinas de edificios más pútridas y orinadas, rebozarse por los suelos más asquerosos y las papeleras más nauseabundas como lapas y caracoles, usar las mangas como servilletas y los cuellos como kleenex para los mocos, los críos podrían hacer perfectamente disciplinas olímpicas de todo ello, y salir coronado cualquiera, porque la competición estaría reñida como ninguna otra. Los manchurrones, lamparones, churretones, máculas y tiznes varios son, quién puede dudarlo, uno de los grandes campos de batalla de la crianza.

A día de hoy, respecto a la limpieza general del hogar, estamos intentando evolucionar y tirar hacia soluciones más sostenibles y ecológicas, como padres modernillos y concienciados que somos, como el vinagre de limpieza o el bicarbonato, y tratando de deshacernos de la buena cantidad de productos tóxicos y chungos que han ido pasando revista por nuestro estante de la limpieza. Sin embargo, en lo que a la ropa se refiere, el Lagarto sigue siendo un maldito fiel amigo de compañía, muy a mi pesar. No he podido salir de ese particular agujero negro. Por no decir que el tema de lavar a temperatura o lavar en frío, mezclar cierto tipo de ropas, etecé, siguen siendo guerras abiertas en este santo hogar.

Maldita mancha

¡Manchas, yo os maldigo! ¡Ahora y siempre! A todos esos padres y todas esas madres, que lleváis a vuestra camada vestidos como un pincel, pulcros, inmaculados, rebrillantes cual modelos de revista… ¡También os maldigo! Por dejarme por inútil y por nerd. Y os envidio en secreto con cochinez, a partes iguales.

¿Sabéis una cosa? Que a tomar por culo: me pienso unir al enemigo. Con la mano puesta en el delantal, os juro que voy a empezar a hacer performances callejeras con la ropa sucia de casa, y oye, cuantas más manchas, mejor… A lo Jackson Pollock. Así os lo digo. Me voy a llevar los abrigos de mis hijos y los voy a ir dejando por alguna esquina de la calle, así, colocaditos como sin intención, en poses divertidas y exóticas, y voy a sacarles fotos muy chulas, rollo en plan muy casual y muy loco. A ver si de esta forma empiezo alguna tendencia nueva chorra y me hago Instagramer de éxito y me convierto en el nuevo Banksy con mis intervenciones urbanas clandestinas de ropas callejeras llenas de mierda, y lo peto fuertecito y sacamos al menos algo en limpio de todo esto.

Claro que igual me debería poner a usar la lavadora en condiciones de una maldita vez, así por probar. Más todavía, digo. Darle otra vueltecita más. Que a lo mejor ahí está la respuesta y lo que pasa es eso, que en temas de manchas, sigo siendo, en definitiva, un pringao.

Porque un flís-flís milagroso, que lo echas así en un momento, y chimpún, se obra la magia, ya por preguntar, y tal… De eso no hay, ¿no?

¿O sí…?

Esta entrada forma parte de la iniciativa de Papás Blogueros #12MESES12POSTS

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