Revista Música

¡maldito auto-tune!

Por Popelera
Autotune

Autotune

Hace poco me vi enfrascado con un amigo en un debate sobre “la música de verdad” y el uso del Auto-Tune. Del Auto-Tune o de cualquier otro tipo de programa de este tipo. En este artículo vengo a defender lo mismo que el otro día intentaba defender delante de él y es que, ante todo, este tipo de programas de edición vocal son aliados y progreso para el mundo de la música.

Jaime Altozano nos da unas lecciones sobre este tema en el vídeo que podéis encontrar bajo este párrafo. Nos cuenta que TODO artista utiliza programas de este tipo para hacer pequeñas correcciones. Como se indica en el mismo vídeo, si pretendemos reducir una sesión de grabación al mínimo de días posibles, habrá cosas que se les pasen a los artistas por mucho que se lo hayan preparado de antemano. Todos somos humanos (y Chenoa más) y resulta complicado clavar el 100 % de las notas.

Recordemos, la grabación de un tema o de un disco es la creación de un producto que debe sonar PERFECTO para el oyente. ¿Cuántas veces no hemos presenciado una actuación que, por muy buena que fuera, no contuviera algún ruido de la respiración, una nota fuera de lugar o un gallo desafortunado? Sí, también es cierto que hay momentos más inapropiados que otros y si no que se lo digan a Manel Navarro.

Para explicar el porqué de mi fascinación por estas maravillosas herramientas tecnológicas, voy a empezar con un argumento que puede que esté bastante manido, pero que me parece esencial y es el de que prácticamente todo está ya inventado. El Auto-Tune es una herramienta que permite incluir novedad donde una guitarra y una batería no pueden. Hay cantidad de géneros musicales, fusiones, etc. y uno de los mayores triunfos de la música es el de presentar material nuevo con el que nuevas generaciones puedan conectar. ¿Qué sentido tendría hacer música que suene a los Beatles o a Elvis Presley a día de hoy? Esa música ya está inventada, esas canciones ya han sido creadas y el mundo está saciado. Démosle algo nuevo.

Cuando la voz no puede hacer más esfuerzos, cuando los instrumentos orgánicos no pueden traer nada nuevo, viene la tecnología a rescatarnos y a darnos sonidos que solo podríamos crear de manera artificial. Y ahí está la magia de verdad, al menos la magia de este milenio. No hace falta dejar una voz irreconocible, fea o robotizada para crear un efecto curioso y efectista. No obstante, si se desea, tampoco veo nada de malo en ello.

Para hablar a uno de los principales ejemplos que se me vienen a la mente no me iré muy lejos, solo hasta 2006. Nena Daconte publicaba un disco debut llamado ‘He perdido los zapatos‘ que se acercaba al pop-rock, aunque con un halo indie. Una de las canciones más destacables es la delicada “No sé cómo decirte”, acompañada nada más que de una guitarra, una trompeta… y programaciones. Una canción que podría haber sido una composición sumamente sobria y clásica choca con una voz tratada de forma evidente, creando un contraste que la hace una de las piezas más modernas del disco porque, el disco podría ser cualquier cosa, pero no excesivamente moderno ni contemporáneo para la época (aunque sí ha conseguido mantener un carácter atemporal con el paso del tiempo).

Una vez expuesto este ejemplo, hay muchos más que podría listar a continuación. Y si hablamos de Auto-Tune, una de las canciones más representativas es sin duda alguna ‘Believe’, de Cher. Con esta canción, la encarnación de la eterna juventud se presentaba como una mujer poderosa que venía del futuro; no solo se acompañaba de música electrónica, sino que su voz tampoco era de humana.

Believe‘ es uno de los ejemplos más obvios, pero también encontramos joyas como ‘One more time‘ de Daft Punk. ¿Algún paralelismo? Evidentemente, sí. El hecho de encarnar a alguien que proviene del futuro, ese deje robótico como si la inteligencia artificial hubiera poseído a un ser humano. Estos temas no son más que una muestra de que el Autotune, si se quiere, puede ser una manera de construir una identidad, y grupos como Daft Punk han construido la suya propia en torno a una imagen futurista que suena, intencionadamente, poco natural y aún menos humana (es obvio también por su imagen).

Hoy en día algo similar está sucediendo en el panorama urbano. En aras de crear una identidad y una idiosincrasia propia, gran cantidad de artistas que asociamos con el trap y el urban están haciendo uso de un recurso que es a esta nueva corriente lo mismo que el quejío es al flamenco. Para mí, la polémica con este tipo de nuevo arte (que en su mayoría tira hacia lo trash) es más bien el de una conducta que suele hacer parecer glamuroso el mundo de las drogas y que hace apología de la marginalidad, y que los adolescentes pueden caer en la trampa de imitar (J Balvin ya sacó a relucir el tema hace poco). Pero, al fin y al cabo, este sería un debate moral y no sobre música y la explotación de sus nuevos recursos, que es lo que resulta al fin y al cabo el Auto-Tune. Todo el mundo alaba los efectos especiales de una película, sobre todo si es cine de ciencia-ficción o de fantasía, porque crea un mundo que es imposible de hacer sin la tecnología, pero cuando se trata de hacer uso de esta misma tecnología en una disciplina como la música, no vale.

Para terminar diré que, aunque el Auto-Tune se pueda utilizar para cubrir las carencias vocales de un cantante, este no me parece que sea su uso principal ya que la credibilidad hoy en día es algo tan cotizado como el tener un hit entre manos. Ya hemos visto en casos recientes como el de Amaia Montero el daño que te puede hacer un mal concierto. Con las redes sociales, no solo basta con ser eficiente en un estudio de grabación y tapar las vergüenzas.

Hoy en día se necesita ser solvente sobre el escenario y, si no lo eres, los móviles de tus seguidores lo habrán grabado y subido a las redes sociales. Y por mucho que pueda hacer un programa informático, este es el tipo de cosas que se va de las manos y que nos muestra que no sirve de armadura para protegerse del enemigo, sino que resulta más bien un arma que, bien usada, puede ser determinante para ganar una batalla, para crear identidad, para adherirse a un determinado género o a una corriente, o simplemente para producir un cierto efecto que los sonidos orgánicos y naturales no permiten. Larga vida al Auto-Tune y a la tecnología.


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