Malos imitadores
21 junio 2013 por evasinmás
El hombre se fijó en ella y quiso desafiarla. A escondidas, intentó descubrir cómo era capaz de generar tanta vida. Analizó cada estructura y, por ejemplo, consiguió imitar el vuelo de una libélula. Aprendió a diseccionar partes del cuerpo e implantarlas en otras. Estudió los compuestos más básicos, hasta conseguir modificar el color de unos ojos. Pero ella sigue ganando, porque al hombre le ha costado miles de siglos llegar a una mínima parte de sus capacidades. Por eso, la envidia lo corroe y, con demasiada frecuencia, intenta acorrarla. La cubre de basura, la encarcela, la asfixia a base de aerosoles, la enferma de productos químicos, se la come por dentro y por fuera e, incluso, la reduce a un poco de césped y un árbol en una rotonda. Pero ella, la Naturaleza, consigue echarle en cara al hombre sus malas imitaciones y, a veces, juega a esculpir sus obras para enseñarle, una vez más, que, hoy por hoy, en pleno siglo XXI, por fortuna para el ecosistema, de momento sigue ganando ella…
Un árbol juega a ser escultura en Ofra, Santa Cruz de Tenerife. Foto de @Perenquen23