Revista Opinión

Malthusianismo, darwinismo y eugenismo cabalgan por el mundo....

Por Beatriz
Malthusianismo, darwinismo y eugenismo cabalgan por el mundo....
autor: blog Agua Viva
La compasión y preferencia por los pobres del Catolicismo es un obstáculo para el malthusiano-darwinista-eugenista.
Todas estas teorías están detrás del aborto y esterilización de mujeres pobres.

- Thomas Robert Malthus
El economista inglés Thomas Robert Malthus escribió una obra de demografía, El ensayo sobre el principio de población (An Essay on the Principle of Population - 1798), en la que desarrolla la teoría que la población crece más rápidamente que los recursos, conduciendo a una progresiva pauperización de la población.
La predicción principal de dicha obra se conoce como ley de Malthus, que no se llegó a producir nunca debido a que ocurrió un fenómeno hoy conocido como transición demográfica.
El trabajo de Malthus pretendía interpretar la desigualdad económica, la miseria y la pobreza de las masas trabajadoras bajo el capitalismo como una consecuencia práctica del crecimiento de la población y la escasez de recursos.
Malthus afirmaba que la población se duplicaba cada 25 años, es decir, crecía en progresión geométrica, presentando un crecimiento exponencial. Por otra parte Malthus supuso que los medios de subsistencia, en el mejor de los casos, aumentan en progresión aritmética, es decir, presentan un crecimiento lineal.
Su método positivo habla de buscar el camino del equilibrio mediante la muerte, con sus diferentes formas de alcanzarla como son las epidemias, el hambre y las guerras. Para Malthus, el alimento más barato debía ser el pan, pues sacia el apetito sin aportar demasiados nutrientes al organismo (de los marginados).
En vez de recomendarles limpieza a los pobres, hemos de aconsejarles lo contrario, haremos más estrechas las calles, meteremos más gente en las casas y trataremos de provocar la reaparición de alguna epidemia.

Así, Malthus pretendía que los proletarios construyesen sus viviendas en los terrenos pantanosos e insalubres, viendo con malos ojos a los individuos compasivos que creen hacerle un gran beneficio a la humanidad estudiando la manera de extirpar para siempre ciertas enfermedades.
Malthus cree que la miseria es una ley natural e inconmovible, contra la cual es inútil actuar. Por el contrario, si no bastan los cataclismos de la naturaleza, el Estado debe "contribuir" poniendo su ingrediente de guerras, desentendiéndose de la sanidad pública y de cualquier norma de protección humana. De ahí que se oponga a las llamadas Poor Laws ('leyes de pobreza'), estableciendo que los subsidios a los pobres no pueden impedir ni la pobreza ni el hambre: "Si los alimentos no alcanzan para todos, un subsidio a los pobres no puede aumentar su volumen, ya que lo único que puede traer consigo es el aumento de la cantidad de pobres, pero en ningún caso más riquezas."
Además, este libro le dio la idea de la selección natural a Charles Robert Darwin, que después de leerlo resolvió el enigma de la evolución. Dedujo que las poblaciones al final lucharían por los recursos y sólo sobrevivirían los más fuertes.
La teoría de Malthus sobre el crecimiento de la población:
"Considerando aceptados mis postulados, afirmo que la capacidad de crecimiento de la población es infinitamente mayor que la capacidad de la tierra para producir alimentos para el hombre.
La Población, si no encuentra obstáculos, aumenta en progresión geométrica. Los alimentos tan sólo aumentan en progresión aritmética. Basta con poseer las más elementales nociones de números para poder apreciar la inmensa diferencia a favor de la primera de estas dos fuerzas.
No veo manera por la que el hombre pueda eludir el peso de esta ley, que abarca y penetra toda la naturaleza animada. Ninguna pretendida igualdad, ninguna reglamentación agraria, por radical que sea, podrá eliminar, durante un siglo siquiera, la presión de esta ley, que aparece, pues, como decididamente opuesta a la posible existencia de una sociedad cuyos miembros puedan todos tener una vida de reposo, felicidad y relativa holganza y no sientan ansiedad ante la dificultad de proveerse de los medios de subsistencia que necesitan ellos y sus familias."

Thomas Robert Malthus, Primer ensayo sobre la población (1798)
- Darwin
Darwin ya había anunciado en El origen del hombre que el proceso de civilización occidental estaba frenando el trabajo de la selección natural permitiendo que los individuos menos favorecidos, física y mentalmente, se reproduzcan indiscriminadamente perjudicando la descendencia de la especie humana. En las últimas páginas de la mencionada obra Darwin afirma que «debía haber una amplia competencia para todos los hombres, y los más capaces no debían hallar trabas en las leyes ni en las costumbres para alcanzar mayor éxito y criar el mayor número de descendientes»1. Contrariamente a esta recomendación, la política de igualdad del Estado moderno protege a los individuos enfermos y débiles que sin su asistencia serían eliminados por la selección natural. El mundo civilizado invierte el orden natural y hace que los individuos con desventajas físicas e intelectuales sean, en muchos casos, extrañamente más «eficaces» que los individuos mejor dotados. La selección natural en una especie tiene como tarea decidir cuáles mutaciones serán favorables para sus portadores, y para ello es necesario, en principio, que haya variación; algunos individuos estarán mejor dotados que otros. Pero en la sociedad actual los individuos mejor dotados son neutralizados, igualados al nivel de la mayoría, y por necesidad todo proceso de igualación se hace a la baja. La igualdad es injusta para los elementos superiores. La civilización no permite que las ventajas naturales se impongan y como consecuencia las cualidades extraordinarias son desperdiciadas. Por otro lado, los detractores de las diferencias genéticas señalan que la diferencia no está en los genes, sino que las diferencias son un producto del ambiente y la cultura. Sin embargo, es obvio que no todos los individuos nacen con las mismas posibilidades físicas e intelectuales (porque las mutaciones en cada individuo son únicas e irrepetibles). La eugenesia galtoniana fue una medida que intentó corregir los males provocados por la falta de selección; aunque Galton no estaba directamente preocupado por la posible progresiva degeneración física (debilidad o enfermedad) de la población en general, sino que estaba preocupado, más bien, en preservar la superioridad física e intelectual del arquetipo de la «superior» raza inglesa, superioridad que debía explicar la posibilidad del Imperio Británico. La eugenesia galtoniana estaba explícitamente recubierta de ideología; y además una ideología que buscaba garantizar las conquistas del Imperio, y en la época tal ideología no podía ser injusta ni «políticamente incorrecta», sino todo lo contrario (es lo que se llama «el espíritu de los tiempos»); sólo mucho más tarde, los vencidos de la historia la calificaron como perversa.
Posteriormente, los nazis utilizaron la eugenesia como pretexto para declararse racialmente superiores y aplicar la «solución final al problema judío» y debido a estos excesos la eugenesia fue considerada una práctica malvada. Actualmente, la eugenesia ha recobrado cierto reconocimiento y ahora se discute la posibilidad de una eugenesia genética. Hoy en día es posible practicar la eugenesia negativa con los fetos que muestran síntomas inequívocos de la presencia de los cromosomas responsables de males, como por ejemplo, el síndrome de Down. Legalmente, en la mayoría de países civilizados, los padres tienen derecho a interrumpir el embarazo. Asimismo, con la eugenesia preventiva se pueden detectar otros males hereditarios en el feto para luego decidir si conviene detener su desarrollo. Las razones que tienen los padres para impedir que una persona nazca con males genéticos graves pueden ser morales, afectivos o de cualquier otra índole, pero biológicamente, las razones para interrumpir un embarazo defectuoso son muy importantes, no tanto para el individuo implicado, sino para las posibles generaciones futuras. Algunos críticos sostienen que considerar qué carga genética es favorable o desfavorable es subjetivo y arbitrario, pero es absurdo suponer que alguien podría pensar que es mejor estar enfermo que sano. Más aún, algunos preguntan qué significa estar enfermo intentando relativizar la definición de enfermedad creando oscuras confusiones conceptuales. Obviamente, tener una enfermedad degenerativa como la diabetes o el cáncer es estar enfermo y nadie reclamaría su «derecho a enfermarse».
El objeto del presente estudio es investigar si la imposición del principio moderno de igualdad está realmente minando el trabajo de la selección natural, tal como fue advertido en su tiempo, hace 150 años por Darwin. Si el peligro es real sería necesario, dentro de los reducidos límites de la ética actual, proponer posibles medidas correctivas. Existen buenas razones para sospechar que la especie humana podría estar dirigiéndose a su extinción por un exceso de piedad o sentimentalismo. Por lo general, se cree que la guerra, el odio y la desigualdad amenazan la supervivencia del ser humano, y resulta paradójico que también el exceso de justicia e igualdad terminen por degenerar a la especie. Según la actual ideología predominante es muy poco probable que la metafísica de la igualdad y la defensa de los débiles y enfermos se modifiquen. Al contrario, los Estados protegerán cada vez más a los individuos naturalmente menos favorecidos bajo el principio del Derecho y la no discriminación. La manipulación genética sigue siendo una manera de alterar la selección natural, pero dicha alteración ya fue hecha irremediablemente por la medicina y el exceso de asistencia social. La medicina actual estaría capacitada ya para la modificación genética de un individuo enfermo con el fin de erradicar el gen defectuoso de su programa genético e impedir así que la enfermedad se propague a su descendencia. Sin embargo, como advierten muchos detractores de esta medida, el remedio podría ser peor que la enfermedad, pues como veremos, alterar el programa genético del hombre podría traer como consecuencia una catástrofe evolutiva, por lo tanto, si eliminar los genes malos podría causar un efecto contrario al esperado, es decir, más daño que beneficio, sólo quedaría como posible solución permitir que el libre curso de la selección natural se ocupe de que los débiles desaparezcan para evitar el deterioro de las generaciones futuras. Para ello, será necesaria una revisión de las normas éticas, alinear (al menos en este caso) lo que llamamos «bueno» éticamente con lo que consideramos bueno para la especie en términos biológicos. Las siguientes páginas de esta investigación intentarán explicar por qué tal medida es justa, necesaria e inevitable si lo que buscamos es el bien de la especie. La especie no es, en este caso, una abstracción conceptual y estadística; la especie está representada en la vida de cada individuo, el bien de la especie será el bien del individuo; aunque para cada uno ─atrapado en la individualidad vivencial del eterno presente─, el futuro parece siempre lejano e improbable, y por lo tanto, ilusoriamente ajeno a nuestras decisiones personales. La naturaleza es amoral, selecciona y favorece a los organismos mejor preparados. La civilización actual, que desde la Ilustración se propuso dominar y someter a la naturaleza, ha creado un mundo artificial donde los débiles pueden sobrevivir en casi las mismas condiciones que los fuertes. El ser humano natural ha sido modificado, degenerado, para adaptarse al mundo artificial donde no hay selección ni ventajas. (blog revista centrífuga)http://www.historiadelaiglesia.org/feeds/posts/default http://www.oecumene.radiovaticana.org/spa/rssarticoli.asp http://www.aciprensa.com/podcast/evangelio.xml

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