Revista Opinión

Maltrato

Publicado el 26 noviembre 2019 por Carlosgu82

Miéntras metía la llave en la cerradura me preguntaba por qué tanto silencio, por que no se escuchaban los ruidos y los gritos de siempre, pero no tardaría en descubrir que me estaba esperando, en silencio, esperaba aparentemente tranquila pero sabía que no era así, sabía que era peor el silencio que la tormenta habitual.

Cerré la puerta lentamente, tímida y a la vez temerosa dije un -«hola»- que no estoy segura de que haya escuchado, en ese momento se levantó y me mostró la carta gritando -¡que mierda significa esto! – con una mirada que inspiraba autentico pavor.

El miedo de la situación me dejó paralizada, a pesar de que fuese ¿la milésima vez que pasaba?, aunque digan que a todo te acostumbras, no es así, hay cosas que tu cuerpo rechaza, que tu mente no entiende y que tarde o temprano terminan quebrandote.

-¡Contesta!- Fue lo siguiente que escuché, pero seguía igual, congelada sin saber exactamente qué decir, ya sabía que cualquier cosa lo empeoraría.

Sabía que tarde o temprano se enteraría, estaba acostumbrada a que la vida me golpeara constantemente, a sufrir y creo que eso me ha hecho una víctima.

Cada golpe, cada insulto, cada desprecio… Intentas convencerte de que te hace más fuerte pero la realidad es que van minando tu esperanza, pero ¿cuál sería la solución?

¿Uir, a donde? Al menos tengo un techo y un plato de comida caliente, que de momento es lo único que necesito para subsistir.

Siento que estoy invernando, que simplemente sigo el día a día hasta que tenga la oportunidad de irme, de hacer una vida lejos y que se olviden de mi todas las personas que me han hecho daño.

Temo que la vida se me pase ante mis ojos llenos de lágrimas, pero ¿que he de hacer?


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