Revista Diario

Mamá a tiempo completo

Por Una Mamá (contra) Corriente @Mama_c_corrient
En la primera realidad me corto mucho, mucho, mucho. Cada vez más. Ya no es solamente que no me apetece en absoluto pasar momentos de rifi rafe con nadie, sino que me he dado cuenta de que con un par de frases se puede hacer mucho daño y no tengo ningún interés en provocar que nadie se vaya a casa fastidiada, como me pasa a mi algunos días. 
Pero, tanto me corto, que al final se vuelve contra mi y hay días que me pregunto por qué tengo que andar nuevamente escondiéndome. Ocultar que duermo con el nene, o que estoy en contra de los insultos, los gritos, las amenazas y los cachetes como método educativo (por poner un ejemplo) es relativamente fácil. Basta con no abrir la boca. Pero el hecho de que no trabajo, de que soy mamá 24 horas 7 días a la semana es algo que está ahí, que no se puede ocultar.
Y la gente, que no sé si es por inconsciencia o por ganas de meterse en todos los charcos, preguntan, comentan, inciden... ¡pero luego no les gusta la respuesta!.
Yo voy evadiendo las preguntas, capoteando como buenamente puedo, tonta de mi, que quiero evitar hacer sentir mal a nadie, porque tengo claro que todos, pensemos como pensemos, a veces nos sentimos molestos por las opiniones de los demás, pero hay días que me lo ponen muy muy difícil.
Me encuentro con una abuela cuyo nieto nació el mismo día que mi hijo. Se pone a contarme pormenorizadamente lo enfermo que está el niño desde que va a la guardería, que ha estado ingresado en Navidad, que ha adelgazado muchísimo, que está muy preocupada y que qué tal mi hijo. Sudo, me pongo nerviosa pensando ¿qué le digo a esta mujer que resulte políticamente correcto? ¡no puedo decirle nada!. Con la vecina de arriba, que acaba de tener un bebé en enero. Le doy la enhorabuena y le digo que si necesita cualquier cosa, sólo tiene que bajar, que yo la ayudo sin problemas. Y en vez de darme las gracias, ¡me pregunta que cómo que no trabajo y que si no pienso llevar al niño a la guardería!.
Y en muchas conversaciones con otras madres, en las que sale a relucir la ocupación de cada una. En la mayoría de los ambientes, decir que yo no trabajo cae regular. Es decirlo y empezar la gente a argumentar por qué ellas sí. Pero, con perdón, si es que me importa un pepino. ¡Si yo no quiero explicaciones, no me interesan!. ¿Quién soy yo para que tengan que darme razones de sus vidas?. Al final no sé quién se siente más incómoda, si las que presumiblemente se han podido sentir mal cuando yo he dicho que no trabajo fuera de casa o yo, que noto que las he hecho sentir mal y ya no sé qué forma inventarme de contar mi punto de vista sin herir a nadie pero conservando lo que yo opino...
Sería estupendo que las mujeres nos quitáramos de encima tantos complejos de culpa absurdos que llevamos encima, ¡ya va siendo hora!. ¿Es posible que en los tiempos en los que estamos todavía andemos así?. Me parece muy triste que (en teoría) quede estupendamente decir que eres, qué se yo, jefa de nosequé o arquitecta de nosedónde y quede tan mal (en la práctica) decir que eres mamá a tiempo completo. Aquí hay algo que está fallando.

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