La llegada de un nuevo miembro a la familia siempre es una estupenda noticia. Si bien, en estos tiempos de pandemia no siempre es fácil desplazarse de una comunidad a otra o de una ciudad a otra, hacer partícipes a toda la familia a través de un álbum de fotos del bebé en forma de regalo siempre es un detalle que supera todas las expectativas. Así como en otros países europeos, como Francia o Italia, se tiene la costumbre de enviar por correo una foto del bebé como una especie de recordatorio de su nacimiento, en España la pandemia está agudizando el ingenio para presentar a los nuevos integrantes o anunciar, como se solía decir, el estado de buena esperanza.
Pero son tiempos difíciles y aunque la alegría sea inmensa, queda un retrogusto amargo por la dificultad que entraña el momento y la sensación de no poder vivir todo al 100 %.
El miedo es libre, pero el ser humano se adapta a todo
Y es que si de ya por sí el embarazo desencadena un torbellino de emociones, haberlo tenido - o terminado - en estos meses resulta aún más complejo, cuando menos, debido, no sólo al estrés colectivo que se está viviendo en relación a la pandemia, sino todo lo que se deriva de la misma.
El extremo cuidado que hay que tener con todo para evitar contagios - aún mayor que el resto de las personas -, el tener que estar con la mascarilla puesta a todas horas y su dificultad de respirar bien - aunque fundamental para la protección -, la suspensión de los cursos de preparación al parto o el dar a luz solas son algunos ejemplos con los que se han encontrado las embarazadas en este último periodo y que han hecho que tornase demasiado complicado.
No es moco de pavo porque choca de pleno con todo lo que se había imaginado, sobre todo cuando el bebé se lleva buscando mucho tiempo.
El miedo es libre y lícito y la incertidumbre se ha convertido en la compañera con la que tenemos que ir a todas partes desde esta primavera, pero hay que tener también muy claro que el ser humano, desde que nace, tiene el instinto de la supervivencia y la adaptación a todo tipo de situaciones y ambientes.
Aquí la famosa frase de "Todo va a salir bien" se vuelve clave, porque hay que partir de ese convencimiento de que todo irá bien y que mamá y bebé se adaptarán a las circunstancias que toquen y saldrán siempre adelante.
La importancia de cuidarse emocionalmente
Es común encontrarse un poco más alicaída de ánimo, no hay que ocultar todo lo que este virus ha provocado en la sociedad y en la vida individual. Hay que reconocerlo y trabajar con ello para tener el control y no dejar que el pánico nos invada y cuidar de nuestra salud emocional, como cuidamos exactamente igual que la salud física.
En este sentido, quizá se pueda hacer una lectura positiva de la pandemia a futuro, como aquella que nos recordó que las prisas no son buenas consejeras y que una no puede descuidarse y dejarse llevar.
El cuerpo y la mente tienen que estar en sintonía y no por hacer real la frase de mens sana, corpore sano, sino porque, de verdad, están conectadas. La alimentación y el ejercicio influyen, pero también lo hacen el estrés que, alargado mucho en el tiempo, se puede convertir en ansiedad y, por ende, en una bomba de relojería.
La tecnología como aliada para acercar a los que están lejos
Aún muchas comunidades autónomas están confinadas perimetralmente lo que imposibilita viajar a abuelos o tíos a conocer a su nieto o sobrino respectivamente.
Este hecho es doloroso, tanto para los que no se pueden mover como para los que no pueden recibir visitas. Con las emociones a flor de piel y la imposibilidad de compartirlo hace que la frustración o la impotencia, aderezada con la incomprensión crezcan, sobre todo si se es madre primeriza.
No hay que alarmarse. La tecnología, a través de fotos o vídeos, por fortuna, hace llegar las imágenes y el sonido, aunque es cierto que no el olor ni el tacto ni la sensación que despierta una recién nacido. Ayuda a acercar y a involucrar a la familia que está fuera para no perder el hilo de la vida.
Este, por ahora, es el sino de la llamada generación cuarentenials, que por ahora no es un término científico pero que todos podemos entender y que igual lo sea a futuro.
Historias de familias que no se pueden ver inundan cada día los telediarios y las conversaciones cotidianas, pero pasará. Tarde o temprano se terminará hablando de estos tiempos en pasado y todo quedará como una anécdota. Abuelos, tíos y primos se podrán ver físicamente, tocar y abrazar y todos estos momentos iniciales se quedarán atrás en el recuerdo.
Periodista multidisciplinar de vocación y corazón. Más de 20 años en activo en medios de comunicación. Especializada en social media y contenidos desde 2005. Bloguera y emprendedora apasionada. Mamá de dos. La mejor profesión.