Tenemos la suerte de tener muchos parques cerca de casa, podemos elegir a cuál queremos ir. Pero no todos son iguales, ni tienen las mismas características, y lo más importante es que, su concurrencia es muy distinta; Antes de escolarizar a Lucy, nos dedicábamos a buscar los parques que más visitantes tenían para tener compañía en el juego, pero nos dimos cuenta que la cantidad de parques que tenemos en nuestro barrio es inversamente proporcional a los infantes que acuden a ellos. A mi me parecía alucinante salir a dar una vuelta con Lucy y pasar por cuatro o cinco parques completamente vacíos.
Entonces un día, cuando nos dirigíamos al que era el parque preferido de Lucy, (hasta que le picó la avispa), me percaté desde lejos que en el parque había niños.
- "Cariño, ¡hay niños en el parque!"- Lo dije con mucha alegría, porque como ya he dicho, en nuestro barrio los infantes "en-parcados" son "rara avis".
Lucy se quedó callada, me miró desde abajo muy seria y me preguntó:
"¿Y niñas también mamá?".
En ese momento, Lucy tenía unos dos años y medio, y ese fue el comienzo de una larga lista de preguntas en las que siempre manifiesta su desacuerdo con que no se nombre a las niñas.
Si leo las instrucciones de un juego, ella incluye también a las jugadoras, porque solo se nombra a los jugadores en el folleto, y es que ella también juega. Si oye que en la televisión se nombra a los niños, le echa la bronca al presentador (o presentadora) porque también hay niñas, porque las niñas pueden hacer lo mismo y también existen.
Escucha a diario en muchos lugares y momentos diferentes, que cuando se refieren a niños y a niñas, solo se utiliza el masculino, y eso le hace preguntar muchas veces al día "¿y las niñas también?".
Como dijo George Steiner: "Lo que no se nombra, no existe" y aunque las féminas adultas estamos más o menos acostumbradas a que las mujeres no aparezcan ni siquiera en manifiestos tan importantes como la Constitución Española (todos los españoles somos iguales ante la ley, pero parece que las españolas no), a Lucy le rechina muchísimo que no se la nombre, no se siente incluida. No se siente identificada con ese masculino plural que yo sigo utilizando sin pensar y por el cual me regaña sin pasarme ni una.
Pienso en cuando comience a leer y se de cuenta que en el mundo que vive, ese masculino plural abarca a las mujeres, y se pregunte por qué no se utiliza el femenino plural para que abarque también a los hombres.
Me cuestiono si ese sentimiento de exclusión en el lenguaje lo sienten muchas niñas, y hasta dónde puede hacerles pensar que son descartadas de muchas actividades o colectivos, y cómo de profundo ese sentimiento pueda menguar su autoestima al pensar que no se cuenta con ellas.
Cuando le dije que íbamos a pedir el abono de transporte infantil y leí en voz alta que "era gratuito para niños" en seguida exclamó: - "¡qué morro! ¿por qué solo a los niños?"-. Y al volver a explicarle que ese masculino plural también se refiere a las niñas, dijo que "no costaba nada poner `y niñas´ también". Yo pienso exactamente lo mismo. En ese momento ella se sintió discriminada solo por ser niña. ¿Te suena? Y solo tiene 4 años.
El lenguaje inclusivo se está pidiendo desde muchos colectivos, aunque otros lo critican e incluso se lo toman a broma y se pitorrean utilizándolo mal a propósito. El lenguaje inclusivo no consiste en cambiar palabras que son masculinas en femeninas, y utilizarlas de manera absurda. En este enlace que me pasó una amiga de Facebook, explica muy bien este tema, manifestando que la lengua cambia según el uso que se hace de ella y que existe una predominancia de lo masculino en el lenguaje, que perpetúa una jerarquía sobre lo femenino. Desde estudios sociológicos se ha llegado a determinar que nuestra manera de entender y construir el mundo está determinada por la lengua. (Os recomiendo que leáis el enlace que he puesto más arriba, porque está explicado con estudios y queda muy claro si os interesa este tema).
El lenguaje sexista es una violencia simbólica, y como tal, es transparente, no nos damos cuenta que está ahí y la normalizamos, pero hay que dejar claro, que el 50% de personas del mundo no son nombradas de manera sistemática en el lenguaje. Y mi hija, con dos años se dio cuenta de ello y emprendió una cruzada en contra.
En este post os hablaba de aquella noticia en la que se exponía que las niñas sobre los 5 o 6 años dejaban de pensar que pueden conseguir sus sueños, y comienzan a pensar que son menos que los niños, el llamado #DreamGap. ¿Puede tener que ver con que no se las incluye de manera lingüística cuando se habla de conseguirlos? ¿Es posible que la manera en la que utilizamos el lenguaje las condicione?
En casa pensamos mucho en ello, porque es algo que nuestra hija tiene a flor de piel y creemos que sus peticiones con justas, ella quiere sentirse parte del mundo porque lo es. Intentamos nombrar ambos géneros (yo lo estoy haciendo también en el blog) y no imponemos el masculino al femenino, y más cuando estamos hablando de ella; Por ejemplo el otro día decía que quería ser "constructora" para hacer casas a los niños que no tienen casa, y sin querer, me salió decirle que también podía ser "arquitecto". Ella me corrigió al instante diciendo que sería "arquitecta". Son detalles que marcan la diferencia. Si se habla siempre de doctores parece que no existen las doctoras.
Utilizar el masculino en vez del femenino para hablar en plural era algo que yo ya daba por hecho y no creía que fuese algo importante. Hasta que mi hija manifestó su disconformidad y la sigue mostrando a diario, inagotable, sin darse por vencida y sin callarse esa injusticia que vive a diario. Gracias a ella entiendo la importancia de ser nombrada, de ser incluida en el lenguaje, en el mundo. Menuda lección me da a diario.
Mi reflexión reclama un despertar, una toma de consciencia al respecto. Hay que darle importancia a la manera en la que hablamos con nuestros hijos e hijas, sin poner un género por encima de otro. Sin darle más importancia a lo masculino ante lo femenino, ni dejar de lado a las niñas en el mundo. No somos conscientes hasta qué punto es importante para el desarrollo y la autoestima de nuestras hijas sentirse verdaderamente parte de todo y podemos ayudarlas cambiando un poco nuestra programación en el lenguaje, entre muchas otras cosas.
Y no es culpa nuestra, nos han educado así, pero podemos "salir de matrix", darnos cuenta, conocer las desigualdades y la discriminación, y poner medios de manera individual para tener un mundo mejor y más justo. Yo me he propuesto que mi hija no me pregunte más "Mamá, ¿las niñas también?", porque claro que las niñas también.