Muchas veces vivimos fragmentadas.
La madre no puede convivir con la mujer sexual, o la mujer sexual con la madre.
Nos dividimos porque la.imagen de una madre sexual nos confunde, nos perturba, nos conflictúa.
Quizá nos traiga historias dolorosas ,
Ideas de abuso o sumisión.
Quizá la moral o la religión ocupen el espacio.
Los mandatos de quienes nos anteceden.
O quizá el eros está lejos en el agotamiento del día a día.
De un cuerpo disponible para los hijos,
De una cama compartida de tantas maneras.
Quizá, son tantos los roles que disputan el primer lugar, que la sensualidad queda de últimas.
Tal vez el parto, la lactancia, abrió puertas insospechadas.
Posiblemente el deseo fue desterrado, cuando se volvió confuso entre tantas sensaciones .
Somos mamás sexuales. Sin importar nuestras elecciones, nuestra forma de vida, nuestra configuración familiar o nuestra forma de vivir esta sexualidad.