Ayer por la tarde se fue el Currante de viaje hasta el viernes. Llevaba varias semanas sin viajar y reconozco que se me habían olvidado las rutinas de cuando estoy sola…Los cachorros están súper acostumbrados a los viajes de su papá. Currito ya sabe que el hombrecito de la casa es él y se tiene que ocupar de las chicas, le encanta sentirse mayor. Y Currita, que creo que es la que peor lo pasa, sabe que aunque hay momentos en los que se muere de ganas de verle, papá siempre vuelve.Y vuelve con regalos.
Así que nos tocó cenar solos y jugar un rato al parchís antes de dormir; palizón de Currito, por cierto.Llegó la hora de irse a la cama y como ayer no hubo siesta se quedaron fritos en cuanto sus cabecitas tocaron la almohada. Rápido pude ponerme a leer y ver un poco la tele.Cuando por fin me iba acostar, fui a arroparles y a darles un beso y entonces fue cuando Currito con los ojos cerrados, me dice:- ¿Quieres uno? – y me enseña a sus inseparables pato y foca con los que comparte sueños desde que nació.
Tengo que decir que no ha habido un solo día de su vida en el que hayan dormido separados, y ya van seis. Los hemos llevado siempre con nosotros. Incluso cuando volamos, vienen en nuestro equipaje de mano, no sea que nos pierdan las maletas y la liemos. Son sus amigos de toda la vida.Vuelvo a mi copla.La verdad es que no sabía si estaba despierto o hablaba en sueños, le contesté bajito:- No, gracias Currito, sigue durmiendo.Entonces abre los ojos, se incorpora y dice:-Mami, que papá no está… Así no tienes que dormir solita.
Así es. Me estaba ofreciendo a uno de sus colegas para que no me sintiera sola. ¿Se puede ser mas rico? Me lo hubiese comido.Ay…, casi me muero de amor. Suena súper cursi, lo sé, pero no se me ocurre mejor manera de explicar como me sentí.