La apreciación corporal es uno de los elementos más importantes de la propia estimación, la aceptación de uno mismo y la reducción del sentimiento de inseguridad. Para ello, las personas buscan intervenciones estéticas y así mejorar su ‘esquema corporal’, es decir, embellecer la representación de su cuerpo. En el caso de la mujer, la corrección de deformaciones mamarias, como las mamas tuberosas, son intervenciones de alta popularidad.
Las mamas tuberosas son malformaciones o anomalías estéticas de la mama.
Durante el crecimiento de la mujer, puede ocurrir que el tejido encargado de cubrir las glándulas mamarias sea de una rigidez excesiva y no se expanda de la forma adecuada debido, principalmente, a una alteración del desarrollo durante la pubertad. A medida que crece la glándula mamaria, queda retenida en la rígida piel que no se expande. Esta situación puede originar hernias o malformaciones en la parte menos resistente de la mama, el pezón, y una o ambas mamas pueden verse afectadas por este fenómeno.
Existen anomalías mamarias de este tipo con distintos grados de severidad o desarrollo. Aunque el cuadro anatómico puede ser muy variado, hay ciertas alteraciones que se consideran típicas. Un surco submarino elevado, una herniación glandular a través de la zona areola-pezón y un ínfimo desarrollo de los polos ínfero-laterales de la mama son ejemplos de ello.
Características de las mamas tuberosas
La etiología de la deformidad es desconocida y su corrección es exclusivamente quirúrgica. Las mamas tuberosas son deformaciones congénitas y no hereditarias, pero sí tienden al agrupamiento familiar. No presentan mayor incidencia de enfermedades de pecho o tumores y el período de lactancia tampoco se ve afectado por ello. Aun así, las mamas tuberosas deben ser bien diagnosticadas y tratadas de forma particular y diferente a un aumento de pecho. En caso contrario, si sólo se implantan unas prótesis, la malformación se verá magnificada.
El tratamiento de las mamas tuberosas incluye la modificación de la glándula mamaria mediante redistribución quirúrgica, la eliminación del tejido areolar excedente y la colocación delicada de implantes a través de incisión areolar.
Las intervenciones en malformaciones grandes son parecidas a la mastopexia o hipertrofia mamaria.
Al finalizar la cirugía por mamas tuberosas, puede que la mujer se encuentre cansada y agotada, pero en 24 o 48 horas podrá seguir con su día a día habitual. Las mamas pueden molestar durante dos semanas, hasta que el cuerpo y la mujer se acostumbren a la novedad. Al retirar el vendaje de la intervención, la mujer deberá llevar un sujetador especial durante aproximadamente un mes. Además, notará una reducción de sensibilidad en el área del pezón y un acorchamiento de la piel, ambos efectos temporales. Es importante no forzarse físicamente hasta que se reduzca la hinchazón y realizar ejercicios especializados.
Aunque sólo sea una inseguridad cosmética, las mamas tuberosas pueden llegar a afectar la estabilidad emocional de la mujer, así como la forma de relacionarse. Pueden surgir complejos e inseguridades al respecto con índices de baja autoestima. En lugar de cohibirse, muchas optan por la cirugía plástica y conseguir un aspecto más natural y agradable.