En estos tiempos en los que vivimos no dejan de sorprenderme cosas que pasan, o que me pasan. Puede ser que por esa capacidad de sorpresa me hice, o me hicieron periodista. Les cuento: En esta tierra de las Canarias en las que malvivo los gobernantes han decidido dejar de financiar con dinero público la cultura. Y en los corrillos de bares y barras varias de esta ilustrada sociedad, se oye de todo. Que si la gente de la cultura vive de las subvenciones, que si se acabó el pesebrismo, que ya está bien de fiesta y viajitos… y que ya era hora de que pusieran fin al despilfarro de los cuatro amigos del viceconsejero.
La semana pasada escribí algo al respecto, poniendo algunos tópicos incluso de lo que me parecía que era el hecho cultural (ya se sabe: la identidad, el patrimonio, y todas esas chorradas). Llevo siete días intentando hacer entender a todo el que se me cruza que no podemos volver al erial en el que estábamos hace 30 años. Y ni por esas. Sé que soy vehemente, y tengo argumentos y prosodia, pero con ésta no hay forma. Para el común de los mortales los “culturetas” somos unos gandules ladrones que llevamos viviendo del cuento no se sabe cuánto, y que por ello estamos condenados a que el gran emperador Paulino I nos despoje de todas las dádivas que nos ha dado. Por lo cual he llegado a la conclusión que la “cultura” que le interesa a los canarios es: Carrefour, El Corte Inglés, MacDonalds, Yelmo Cineplex, Alcampo, y todo aquello en lo que haya que pagar por algo que cuesta muy poco mucho dinero.
El argumento para rebatir todo lo que hemos dicho, y lo que se dirá mañana en una rueda de prensa en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz, es que si queremos ser industria, tenemos que recurrir a la inversión privada (o sea, a la ristra de nombres propios que he dado un par de líneas más arriba). Y de ahí no salen los miles de neoliberales paisanos que hay ahora en estas islas del demonio.
Pues, he llegado a la conclusión de que tras haber fracasado como periodista (bueno, no sé si exactamente esto es correcto, no se puede fracasar si no se ha llegado al éxito y por supuesto que yo nunca lo conseguí), ahora me toca abandonar el mundo de la cultura, porque por descontado tengo muy dificil que alguna empresa privada invierta ni un céntimo en ninguno de los proyectos en los que puedo trabajar (porque domino, o porque creo interesantes).
Así que, a partir de mañana, a freir chuchangas (y con aceite de soja, que la de oliva es muy caro)