Argumento:
Lucía sufre una crisis al enfrentarse a la ruptura con su pareja César, y la enfermedad de su madre, Aurora, lo que propicia que inicie una relación con Román, un hombre peligroso.
Comentario:
Aunque en algunos medios se prefiere resaltar la parte erótica, esta es, como dice la propia autora, una parte mínima de una novela que trata temas importantes, entre ellos enfrentarse a la pérdida de una persona amada, a una traición o a una ruptura de pareja.
De hecho las escenas de sexo son breves, casi elegantes, no se recurre al exceso descriptivo ni se intenta llamar la atención sobre ellas más allá de lo necesario para mostrar la dependencia que siente Lucía por Román y por el mundo que él le muestra.
La novela, redactada en tercera persona y escrita con un oficio mayor del habitual en una primera obra, está protagonizada principalmente por mujeres (Lucía, Aurora, Gloria, Marisol), cuyos puntos de vista se alternan para mostrar tanto sus vidas interiores como la manera en que se ven afectadas por hechos externos a ellas o las relaciones de amistad y cariño que se establecen entre varias de ellas.
Román, César, Freddy o León tienen roles secundarios de diferente relevancia: sirven como desencadenante de situaciones y emociones, consuelo, pasión, etc, e incluso se muestra lo que piensan varios de ellos, si bien solo en instantes puntuales.
Destaca el tono de la narración, en ocasiones intimista, otras poético, incluso simbólico y fantástico, y la profundidad y sensibilidad poco habituales con que la autora trata temas psicológicos y emotivos, con los que resulta fácil empatizar. Por ejemplo la enfermedad de uno de los personajes y cómo afecta a los demás, la dignidad, amor y belleza que presiden cada escena relacionada con ella: as conversaciones, reflexiones y emociones.
Hay también varias incursiones al pasado, recuerdos de la niñez de Lucía (el espionaje de las conversaciones telefónicas maternas, un recorrido casi onírico y simbólico por la ciudad), que indican la difícil relación entre ella y Aurora, y cuya falta de resolución (hablan de otras cosas, pero no de esas) puede llevar a preguntarse para que se incluyen en la obra.
Cerca del final, la autora da una vuelta de tuerca a la historia, de la que apenas se dan indicios, implicando a Lucía en una venganza que, unida a su crisis sentimental, la enfermedad de Aurora dotan a la novela de varios mensajes dan sentido, finalidad y profundidad al viaje iniciático de Lucía.
En resumen, «Mañana, a las seis» trata temas importantes con sensibilidad y profundidad, que no merece la etiqueta de erótica con la que se la quiere publicitar, beneficiada por la calidad de la redacción y por un final poco convencional.
Cita de la novela:
«Cuando llegaba la mañana, aún con el pecho encogido por el miedo, buscaba el amparo de su madre como un animal herido su guarida. Verla la apaciguaba y la desequilibraba por igual. Era su madre, una mentirosa dañina en su juventud e inofensiva ahora que con la vejez había llegado también la incapacidad de movimiento. Probablemente, en este instante de sus entrelazadas vidas, Lucía tenía más posibilidades de ser la mala. Dado su control sobre la situación, era ella, la hija, la que podía destrozar el mundo de su madre aunque ya no encontrase ningún placer en semejante ataque. La relación entre ambas era de una subyugante dependencia que las hacía, a su vez, inmunes a la dependencia de un tercero. Eso siempre las unió y las hizo únicas. Tantos años después, se querían con locura. Locura real. Para evitar que esas fuerzas chocasen hasta la extinción, Lucía había buscado, hacía ya más de diez años, un piso cercano al último hogar que compartió con Aurora. Un lugar para hallar una distancia suficiente pero salvable. Desde esa distancia mínima, más próxima a la vecindad, había preparado una vida llevadera para su madre.»
***T***
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