MANANTIALES BAJO LA MURALLA
Una de las cosas más fascinantes que tiene nuestra ciudad es esa capacidad permanente de sorprendernos. Somos conscientes de que nos queda mucho por conocer de ella pero … nos confiamos y a veces no somos capaces de ver lo que tenemos casi delante de nuestras narices.
Hay zonas de la ciudad que ignoramos porque a primera vista no nos muestran nada que llame la atención. Edificios sencillos, corrientes – con mayor o menor gracia o valor arquitectónico – nuestra mirada resbala sobre ellos buscando, dos números más allá, una nueva fachada en la que podamos encontrar algo que atenúe esa sed por conocer algo nuevo. Pero nos olvidamos que el Toledo residencial es una ciudad construida al revés, una ciudad tímida que oculta sus virtudes hacia el interior; necesitaremos por tanto un golpe de suerte o una mano amiga que nos haga traspasar ese telón deslucido y corriente, tras él podremos encontrar ese cromo que faltaba en nuestro álbum, … álbum que, afortunadamente me temo, no seremos capaces de completar nunca.
En el encuentro de la Calle del Cristo de la Luz y de la Subida de la Granja existen varias casas que tienen la particularidad de tener manantiales en su interior. Surgencias permanentes de agua que, debidamente canalizadas, han sido aprovechadas desde tiempos muy antiguos.
La disposición del peñón toledano, formado por potentes rocas que conforman empinadas e impermeables laderas, hace que la disponibilidad de agua subterránea sea escasa. Solamente en los llamados popularmente “escupideros”, fisuras entre las masas rocosas, encontraremos pequeños pero permanentes caudales.
Manantial en los sótanos del Palacio de Amusco. Fotografía: Jose Mª Gutiérrez Arias. (2004)
Antiguamente el origen del agua que alimentaba estos manantiales era casi exclusivamente natural, proveniente de la lluvia que caía sobre el macizo rocoso de Toledo. Hoy en día éstos reciben aportes de fugas de la red municipal de abastecimiento y de la red de saneamiento, esta circunstancia hace que las aguas no sean potables, si bien hay que recordar también que las aguas naturales de lluvia se han contaminado desde siempre, en el peñón toledano, por el inevitable aporte salino del terreno que las convierte en fuertemente salobres y no aptas para el consumo.
Casi todas las casas del inicio de estas dos calles citadas anteriormente tienen manantiales, algunas los canalizaron y los taparon en tiempos pretéritos con la intención de hacer habitables las partes bajas de los edificios, otros sin embargo optaron por la inevitable canalización pero dejaron vistas las surgencias para poder aprovecharlas de forma directa. Aún no siendo potables han sido aprovechadas para consumo hasta hace poco tiempo, actualmente se utilizan para riego, limpieza y pequeñas fuentes.
Hay ciertas particularidades que hacen que en esta zona se acumulen varios manantiales, por un lado una ubicación favorable, en la ladera norte del casco histórico. Esta ladera tiene zonas de umbría permanente todo el año lo que redunda en una menor evaporación de la humedad del terreno. Las surgencias de agua nacen al final de la pendiente, aquí se interrumpe el macizo rocoso y empieza un estrato de alcaén, tierra rojiza arcillosa. También parece tener un doble efecto beneficioso la existencia del tramo de muralla que soporta la huerta del Convento de los Carmelitas: por un lado el aterrazamiento artificial creado en el terreno facilita la retención y el filtrado lento del agua hasta los estratos más impermeables, por otro este alto paredón acentúa la umbría comentada anteriormente.
Finalmente indicar que al estar en una zona baja cualquier fuga de las redes municipales en cotas superiores puede ir con facilidad a unirse a la escorrentía natural. Adjuntamos a continuación algunos detalles de tres de estos manantiales, el situado en la Calle del Cristo de la Luz nº 29, el de la Subida de la Granja nº 5 y el del número 11 de esta última calle.
Cristo de la Luz, 29
Este sencillo edificio de vecinos tiene en su interior el manantial de más caudal de los que hemos podido visitar. Se encuentra ubicado en el patio interior y surge de forma silenciosa de una pequeña galería abovedada que se abre en la pared de contención trasera del edificio contra el talud natural del terreno.
Hemos podido visitarlo hace tiempo por mediación del arquitecto Raúl Tempone que tenía su estudio profesional en este inmueble. Mantiene invariable el mismo caudal a lo largo de todo el año, con independencia de la época y de las circunstancias meteorológicas.
Subida de la Granja, 3En esta vivienda unifamiliar el manantial surge en el interior de una cámara cubierta con bóveda de cañón ejecutada con ladrillos de gran formato (30cm. x 20 cm. x 5 cm.). La planta de esta bóveda es casi cuadrada, 2,50 m. de ancho por 2,30 m. de fondo, con una altura de 2,35 m. desde el suelo hasta la clave.Este aljibe se encuentra completamente enterrado, empotrado en su totalidad contra el talud, presentando una apertura en su pared norte por donde se accede a él. El agua mana prácticamente por la totalidad de sus paramentos: bóveda, paredes y suelo, esto hace que toda sus superficies estén saturadas de concreciones salinas lo que impide ver con claridad si la pared de fondo esta ejecutada en obra de fábrica, aunque lo más seguro es que sea directamente el terreno el que remate el fondo del aljibe. En la pared norte, bajo el acceso que hemos comentado anteriormente parece que se abre una pequeña salida a modo de antiguo aliviadero.El agua de este manantial sirve para regar la huerta situada a espaldas de la casa, en la ladera bajo la muralla, y para alimentar de forma continua una pequeña fuente en el patio interior. Agradecemos la especial amabilidad de los propietarios de esta vivienda y las facilidades encontradas para poder documentar y estudiar este manantial.Subida de la Granja, 11En este edificio de vecinos, organizado interiormente como una antigua corrala, encontraremos un nuevo manantial. Su disposición es distinta a los descritos anteriormente aunque comparte lógicamente la característica común de encontrarse al fondo del edificio, escondido bajo el talud de la ladera. Aquí encontramos los restos de una gran bóveda de ladrillo, sólo se conserva el arranque lateral y un pequeño tramo completo hasta la clave, al fondo de la misma se abre un arco de ladrillo ligeramente apuntado que da paso a modo de puerta a una pequeña cuevecita excavada en el terreno donde mana el agua llenando la base de la concavidad. No se aprecia la existencia de ningún rebosadero, ni canalización, permaneciendo constante el nivel de agua. Hemos podido visitar este espacio gracias a la amabilidad de los vecinos de este inmueble.Indicar finalmente que las fugas de la red de abastecimiento en el recinto del casco histórico son más habituales de lo que se suele pensar. Miles de litros se pierden todos los días por debajo de las calles y edificios alimentando, de forma artificial, falsos manantiales que antes o después terminarán desapareciendo (si se localiza la avería algún día). Como ejemplo de la importancia de estas fugas les mostramos unas imágenes pertenecientes a los Sótanos Romanos de la Delegación de Hacienda, inmediatamente antes de su rehabilitación. Para poder ejecutar la limpieza de los escombros acumulados en estas bóvedas era necesario el bombeo constante del agua que inundaba de forma regular estos espacios a lo largo del día. El origen de este agua, que se buscó durante semanas, era una fuga de la red de abastecimiento en el encuentro de la Calle Alfonso X el Sabio con la Calle Navarro Ledesma. Todavía hoy siguen existiendo pequeñas fugas de origen desconocido que llenan una pequeña poceta de bombeo estratégicamente colocada en punto más bajo de las bóvedas mencionadas.
por Jose María Gutiérrez Arias12 de enero de 2014 · de josemariaga2012
http://consorciotoledo.wordpress.com/2014/01/12/manantiales-bajo-la-muralla/
Revista Cultura y Ocio
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