La arquitectura es una disciplina contradictoria: se titula artística pero basa en la técnica y la tecnología la mayor parte de sus argumentos. Quizá por este motivo, en la mayoría de las ocasiones, se la reconoce más en la primera acepción de la palabra “arte” (virtud, disposición y habilidad para hacer algo) que en la segunda (manifestación de la actividad humana mediante la cual se expresa una visión personal y desinteresada que interpreta lo real o imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros), aunque es evidente que muchos profesionales de la arquitectura intentan, en cada uno de sus encargos, aportar algo más que una simple solvencia.
Ya he comentado en otras ocasiones que uno de mis mayores divertimentos en sábados y domingos es leer los periódicos y reflexionar ligeramente sobre lo supuestamente cotidiano. Intentando como intento que nuestro taller produzca una arquitectura comprometida con nuestros postulados (en permanente revisión, eso sí) no puedo estar más de acuerdo con las palabras del pintor Eduardo Chillida Belzunce (San Sebastián, 1964), que ayer se reproducían en la página 3 de EL PAÍS Babelia (05.06.2010).
“La vida de un artista se centra en mirar. Me siento aquí, miro y saco fallos de todos lados”.
Sentado seguí leyendo la prensa hasta que choqué con las cínicas manifestaciones del actual embajador de Israel en España, Raphael Schutz, en las que restaba importancia a las víctimas de la Flotilla de la Libertad, bajo el mezquino argumento que “23 españoles murieron en las carreteras en el último fin de semana”.
La semana pasada escuché al director de La Razón en el programa vespertino de Julia Otero (ONDACERO) defender al estado de Israel con el falso argumento de que “Israel es el único Estado democrático de la región”.
Isaac Rosa, en su columna del 5 de junio de 2010 (PÚBLICO, pág. 8, opinión) contesta a los que piensan así:
“La democracia es algo más que elecciones periódicas y separación formal de poderes; en una democracia no caben el terrorismo de Estado, los asesinatos selectivos, el encarcelamiento sin derechos, la ocupación de tierras, la expulsión de poblaciones, la asfixia de pueblos mediante bloqueos, muros y guerras, las leyes discriminatorias para los no judíos, o la violación permanente de la legalidad internacional”.
En otro orden de cosas y siguiendo mirando, me fijo en las noticias que hablan de la posibilidad de que Rafael Nadal recupere hoy el número 1 del ranking si vence al sueco Soderling en la final de Roland Garros, precisamente ante el mismo oponente que le bajó de allí el año pasado. Si hoy Nadal vuelve a ganar el torneo retornará a lo más alto 337 días después.
Si un año es metáfora de toda una vida y el deporte de cualquier otra actividad humana, en nuestras manos está volver a empezar.
Lo dicho, formas de ver la vida.
Luis Cercós (LC-Architects)
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