Actualmente está de moda el concepto de superalimento, que muchas veces es puesto en duda. A la vista del complejo de propiedades que se han constatado del consumo del mangostán, puede decirse que esta fruta, oriunda de Indonesia, sí lo es. Para conocer el detalle de todo lo que podemos conseguir comiéndola o bebiéndola, conozcámosla un poco más.
El mangostán, el rey de las frutas exóticas
De color morado oscuro y forma redonda, esta peculiar fruta esconde tras una dura piel unos 4-10 gajos de color blanco, parecidos a los de las naranjas, pero de un sabor dulce y delicioso.
Su nombre científico es Garcinia mangostana, aunque también recibe otros nombres como Mangosto o Mangostino. Su planta es un árbol perenne que necesita el volumen de precipitación y la humedad ambiental propias de las selvas tropicales de Malasia, Indonesia, Filipinas o India.
Rica en vitaminas C y B, polisacáridos, beta-carotenos, estilbenos, polifenoles, catequinas, calcio, potasio, fósforo o hierro, entre otros, carece de grasas saturadas y apenas suma 63 calorías. 100 gramos de mangostán proporcionan el 13 % de la cantidad diaria recomendada de fibra necesaria para mantener alejado el estreñimiento.
Esta privilegiada composición le confiere propiedades antioxidantes, antiinflamatorias, antivíricas, antibacterianas, antifúngicas, diuréticas, energizantes y saciantes.
Por qué hay que probar el mangostán
La razón radica en los xantonas. Se trata de fitonutrientes biológicamente activos en la contención de los radicales libres. En la actualidad, se han contabilizado hasta 200 xantonas y el mangostán aglutina más de 40. El resto de frutas apenas alcanzan los 8.
En este grupo de xantonas del mangosto destacan el Alfa-mangostin, uno de los antioxidantes más potentes que existen, el Gamma-mangostin de efecto antiinflamatorio o el Garcinone E de conocidas cualidades antitumorales.
Beneficios metabólicos
Si se consume con regularidad su riqueza antioxidante permite que las células sanas no decaigan, manteniéndonos más prevenidos frente a enfermedades como el cáncer, las cataratas, las cardiopatías o el asma.
Su potasio ayuda a prevenir la hipertensión, que en combinación con la capacidad de sus catequinas de flexibilizar los vasos sanguíneos dificulta la acumulación del colesterol y, en consecuencia, protege el corazón.
Para bajar de peso, su poder saciante hace más llevadero no picar entre horas. Además, al resultar adecuado para los casos de astenia impide que nos sintamos decaídos. Esta facultad de regular la glucosa y depurar la sangre convierte al mangostino en un alimento idóneo para controlar la diabetes tipo II.
En cuanto al asma, contrarresta la liberación de la histamina y alivia la inflamación.
Esta fruta exótica contiene también triptófano. Es bueno tomarlo para prevenir la falta de memoria y para preservar el buen estado del sistema nervioso central. Por este motivo, es considerado un alimento que previene Parkinson y Alzheimer.
Así mismo, en los múltiples estudios que se le han practicado se ha descubierto su efecto fortalecedor del sistema inmunológico, inhibidor de ciertos tipos de cáncer y antipirético.
Su poder diurético facilita la eliminación de las toxinas en caso de cálculos renales, gota o retención de líquidos.
En las molestias del reflujo o la acidez esta fruta ha demostrado ser efectiva para hacerlos desaparecer.
Beneficios estéticos
Además de los interesantes beneficios anteriores, el mangostino posee propiedades beneficiosas también para la piel. Como antioxidante resulta coadyuvante para tratar la dermatitis, la soriasis, el acné o las secuelas cutáneas de los hongos.
Su ingesta regular garantiza una piel más tersa, luminosa y joven. Sin embargo, conviene moderar su consumo si se toman anticoagulantes, en cuyo caso hay que consultarlo con un médico.
Los amantes de las dietas exóticas ahora ya conocemos los beneficios del mangostán y podremos combinarlo con otras frutas de efectos similares como el guaraná o la baya acai berry. Así es muy fácil estar sano y lucir radiante…
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