Revista Opinión
Siempre he sentido un gran afecto y proximidad emocional con las víctimas de toda expresión de violencia, y especialmente con aquellas que han sufrido la pérdida de una persona querida por la sinrazón de ETA. Puedo entender su dolor e impotencia ante un sufrimiento impuesto, que condiciona, por desgracia, todas sus vidas. Conozco a víctimas que han aprendido a perdonar y creo que el paso dado les ha ayudado a reorganizar su futuro y mirar hacia adelante con esperanza; también conozco a quienes no pueden pasar página y les comprendo igualmente. No es fácil contener la ira y la frutración cuando ETA asesina a tu pareja, a tu hija o hijo, a tu padre o a tu madre,… Creo que debemos respetar cada reacción y cada respuesta porque todos merecen nuestra consideración. No hay dos personas iguales y cada quien afronta al duelo y el luto como buenamente puede. Sería injusto e inhumano pretender juzgar o condicionar cómo deben gestionar su dolor y su impotencia las víctimas de la violencia.
Ahora bien, dicho esto, debo manifestar mis reservas ante la manifestación convocada para el 9 de abril en Madrid contra el “regreso“ de ETA a las instituciones tras las elecciones municipales y forales del próximo 22 de mayo. Lemas tan maniqueos como éste implican, sin duda alguna, una clara politización y un uso partidista e interesado del sufrimiento de quienes han padecido el zarpazo de la violencia de ETA. Sortu no es ETA; al contrario, esta nueva formación política rechaza en sus estatutos el uso del terrorismo y anuncia que expulsará de sus filas a quienes justifiquen su práctica. Meter en el mismo saco a Sortu y a ETA es manipular y las víctimas de la violencia tienen pleno derecho a exigir verdad, justicia y reparación, pero en en ningún caso pueden erigirse en un contrapoder para impedir que la paz defintiva, la normalización política y la reconciliación social sean una realidad en Euskadi. Es obvio que el Partido Popular está en campaña, pero jugar con el dolor y el sufrimiento de otras y otros me parece, cuando menos, poco ético y amoral.