
"Narramos, escribimos y leemos porque hemos fabricado la fabulosa herramienta del lenguaje humano. Por medio de las palabras podemos compartir mundos interiores e ideas quiméricas".
Tras varios elogios y debido a que los ingresos van destinados a un Pacto por la Lectura me decidí a comprar este libro. Se trata de Manifiesto por la lectura.
Hay dos maneras, supongo, de encarar un libro como este a la hora de ser reseñado. La primera es la fácil, la emocional que queda tan bien y que, ojo, está ahí en todo lector amante de los libros. Ahí llegamos y decimos que este libro es una maravilla que defiende la necesidad de leer, la maravilla que es hacerlo y lo mucho que se disfruta. Os puedo decir que el título le va como faja a bestseller: hecho a medida. Abrimos el libro, nosotros amantes de la lectura, apasionados de la letra escrita y a poder ser tinta en papel, y nos encontramos un canto a todo lo que nos gusta y, seamos sinceros, nos embellece. Porque un canto a la lectura es en cierto modo un pequeño aplauso al lector que se siente bien entre tanta palabra hermosa y ejemplo literario. Lo leemos y subrayamos de forma incesante frases y palabras que la autora ha escrito leyendo nuestro alma. Todo eso es este libro.
Pero por otro lado está nuestro lado más práctico. Vaya por delante que el libro es barato y que apoyo totalmente el destino al que ha ido mi dinero pero, seamos serios, que son poco más o menos sesenta páginas. Páginas escritas como si MrWonderfull hubiera quedado encerrado un mes en una biblioteca y hubiera descubierto que, como no podía ser de otra manera, le gusta mucho leer. No encontrarán ustedes una sola opinión negativa sobre este libro en el que la creatividad es la puerta mágica que todos los lectores sabemos que es. Está escrito para complacernos, claro, porque somos los lectores empedernidos los que compramos libros todas las semanas, los que nos lanzamos sobre los libros que hablan sobre libros y los que, de eso estaban seguros, nos íbamos a enamorar de las palabras de Vallejo. El problema de este tipo de afirmaciones es que parece que llega un momento en el que todo nos vale. Si habla de amor por los libros, una librería, un escritor, una biblioteca... ¡dentro! ¿Que no sabes qué profesión colocar a un protagonista? Hazlo escritor, hombre, así accedes a los lectores empedernidos. Y si no se te ocurre nada o no te cuadra, siempre pueden entrar en una librería o leer un libro antes de acostarse. Cómo, entonces, no adorar un manifiesto que diga en voz alta lo bonito que es leer, que cuando lo abras se oigan aplausos y que además te corresponda a ti una parte... Bien, pues eso es lo que tenemos entre manos, un librito que nos dirá justo lo que queremos oír y que bien hubiera podido ser el prólogo de El infinito en un junto. Que ese título de la autora ya es otra historia.
A estas alturas supongo que muchos tenéis el gesto arrugado, un mohín de enfado, y lo comprendo. Pero a mi la lectura de este manifiesto me ha parecido un ejercicio de autocompacencia.
Y vosotros, ¿sois lectores de libros sobre libros?
Gracias.
