Revista Cultura y Ocio

Manila, Insigne y Siempre Leal Ciudad, en el 449º aniversario de su fundación (evocación)

Publicado el 19 julio 2020 por Jblor8

Manila, Insigne y Siempre Leal Ciudad,  en el 449º aniversario de su fundación (evocación)por
Juan B. Lorenzo de MembielaDoctor por la Universidad de Valencia.Manila, Insigne y Siempre Leal Ciudad,  en el 449º aniversario de su fundación (evocación)El 24 de junio de 2020, se conmemoró en la iglesia de S. Agustín Intramuros el 449º aniversario de la fundación de Manila por el marino Miguel López de Legazpi. La conmemoración ha pasado desapercibida en España con una cobertura discreta en los medios. Es posible que se considere superflua, extraña a nuestra actualidad nacional, pero las Islas Filipinas todavía laten en el sentimiento de numerosos españoles que son descendientes de quienes nacieron en aquellas lejanas tierras.No fueron las Filipinas lugar predilecto para buscar destino administrativo, militar o comercial: el clima, los terremotos, las epidemias, los tifones, la selva, levantamientos de rebeldes y leyendas cegadas de habladurías desalentaban toda ambición.Además, los largos viajes en barco para trasladarse a Manila eran una experiencia inclemente para muchos. Una primera ruta partía desde Cádiz doblando el cabo de Buena Esperanza para acometer el océano Indico hasta llegar al Pacífico y de allí a las IslasLa singladura empleaba de tres a cinco meses.Otra ruta de sólo un mes de navegación, usual desde la apertura del Canal de Suez en 1869, partía desde Barcelona con escala en Alejandría, Puerto Said, Suez, Adén, Punta de Gales, Singapur y Manila como fin de trayecto.

Manila, Insigne y Siempre Leal Ciudad,  en el 449º aniversario de su fundación (evocación)

Fuente: Wikicommons

Manila, también conocida como laPerla de Orientese alza en la ribera sur del rio Pasig, llana y rodeada de juncos y palmas arecas. En el horizonte, los montes de S. Mateo. Ciudad cosmopolita, que en el s. XIX la integraban filipinos, españoles, chinos, japoneses, europeos y malayos.
La ciudad fue diseñada por Legazpi en 1571: trazó la plaza mayor de Manila con planta poligonal, ubicó al N.O. la catedral y al S. el Ayuntamiento o Cabildo. Reservó unos terrenos para construir un hospital y entregó otro para los agustinos que en 1607 fundan la Iglesia y el Convento de S. Agustín, el más antiguo de las Islas, hoy Patrimonio de la Humanidad desde 1993. 

El arquitecto de esta construcción fue el fraile Antonio de Herrera, hijo del maestro Juan de Herrera quien construyó el Monasterio de el Escorial cooperando con su padre. SM Felipe II, el 21 de junio de 1574, le otorgó los títulos de Insigne y Siempre Leal Ciudad, privilegio que en España no poseen, aun hoy, muchas ciudades y villas.Era considerada una de las ciudades medievales mejor conservadas del mundo, a decir de muchos viajeros de la época. Antes del terremoto de 1863 contaba con una fortificación de estilo europeo junto a construcciones públicas de gran belleza arquitectónica. Muchas casas particulares coloreaban la estampa con sus tejados rojizos a dos aguas. Un gran puente de piedra sobre el rio Pasig permitía transitar desde la Manila intramuros o parte más histórica de la ciudad a la Manila extramuros, más moderna, que abarcaba a pueblos adyacentes.Aquel seísmo destruyó la ciudad prácticamente en su totalidad, pero resurgió de nuevo a costa de mucho sacrificio. Es el sino de estas tierras, tan exuberantes en su frondosidad y belleza como en lo extremado de fenómenos climáticos. Su puerto era refugio del tráfico marítimo procedente del Indico por el estrecho de Gilolo.Punto medio en donde encontraban abrigo las travesías mercantes procedentes de Japón, China, Anam y plazas fuertes holandesas e inglesas del archipiélago malayo cuando surcaban el mar Occidental de Filipinas.Los agustinos tuvieron una importancia capital en el desarrollo de las Islas. No debe olvidarse que los padres Urdaneta, Herrera, Rada, Aguirre y Gamboa, acompañaron a Legazpi en 1564 en la expedición a las Filipinas desde el puerto de Navidad en México. La labor desarrollada durante siglos fue encomiable en todos los sentidos, especialmente en sus aspectos cultural y humanitario. Sus efectos provocaron avances económicos y sociales en todo el país. La dignidad de la persona siempre fue una idea poderosa que fructificó en el espíritu de los isleños que se sintieron ajenos a todo desarraigo e identificados plena y profundamente con todo lo español.Su larga historia de entrega al pueblo filipino junto a dominicos, agustinos recoletos, franciscanos y jesuitas son visibles no solo en la arquitectura del país, también en sus muchas instituciones que construyeron. Quizás, la más importante , fue la Real y Pontificia Universidad de Santo Tomás , fundada en Intramuros de Manila con el consentimiento de SM Felipe III en 1609: es la universidad más antigua de Filipinas y de toda Asia. La creación de hospitales es datada en las Islas desde 1574, ello fue motivado por la escasez de recursos médicos, la inexistencia de facultativos y un nutrido número de curanderos y chamanes que empleaban rituales mágicos sin mayor poder terapéutico que la propia sugestión del paciente. Estas circunstancias fundamentaron un interés, en realidad, paliar una inmensa necesidad de  hospitales para los filipinos, pero también para los chinos que venían a las islas. Para estos, en exclusiva, se erigió el hospital de S. Gabriel.SM Felipe III autorizó la reconstrucción delHospital Real mediante Reales Cédulas de 1609 y 1611, asistido por franciscanos. Para ofrecer cobijo y asistencia a los enfermos de lepra se crearon el Hospital de los Naturales o de Sta. Ana y el de S. Lázaro, ambos en Manila. Hoy todavía dispensan servicios sanitarios.Pero la implicación de España en esta parte del planeta fue notable. No puede admitirse que fueran territorios sometidos a la metrópoli sino, más bien, genuino suelo español y sus ciudadanos sin un derecho menos que los peninsulares europeos. El presunto colonialismo que algunos denuncian en el s. XIX no puede ser atribuido a España porque de sus antecedentes históricos, desde el siglo XV, todo territorio descubierto era asimilado a suelo patrio en igualdad de condiciones y los nativos considerados como personas y, por ello, protegidos por la Corona y la Iglesia en tal concepto.  Sobre este hecho encontramos la gran diferencia de trato dispensado por España y su cultura inclusiva frente al de otras potencias europeas más extractivas en bienes y mano de obra. Un ligeromatiz que cambia toda perspectiva y que reclama un juicio acorde con la gran generosidad que se tuvo en una época en que esto no era lo usual.Las instituciones existentes en las Islas, antes de que el Tratado de París de 1898nos obligara a abandonarlas, eran las mismas existentes en cualquier lugar de España, entre ellas: el Jardín Botánico de Manila, la Sociedad Económica de Amigos del País de Filipinas. Las diversas escuelas: de náutica, de idiomas, de dibujo, de pintura, de maestros… El Observatorio Meteorológico de Manila, la Casa de la Moneda, la Administración Central de Loterías. La Inspección Forestal y los importantes trabajos científicos desarrollados por los Ayudantes Agronómicos.Hay un detalle que merece atención en Manila: una estatua de SM Carlos IV en agradecimiento a la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna que llegó   a Filipinas en 1805 para combatir la viruela. El monumento se encuentra en la Plaza de Roma, enfrente de la Catedral y del antiguo palacio del gobernador.En la actualidad, el pueblo filipino guarda este legado cultural como suyo porque en el hunde sus raíces, imprimiéndole unas características propias, diferentes a las dominantes en la región asiática. Hay un sustrato emotivo que todavía palpita y que debe ser escuchado. Unos cuantos años han podido difuminar la huella de lo español y esbozar unos trazos anglófilos. Pero es lo cierto que varias centurias no pueden ser eclipsadas por lo esporádico aunque preciso es que se emprendan nuevos recorridos para que lo hispano vuelva a discurrir por sus cauces naturales.

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