Manipulación: cuenta un cuento

Un fabricante húngaro nos contaba que había tenido la visita de un General de un ejército del Magreb, interesado en uno de los artículos que fabrica. Él quería honrarle, así que le invitó a un crucero por el Danubio. Tres días. Al tercero, vio que el mandatario estaba hostil y seco, a pesar de las interesantes visitas y los buenos restaurantes visitados. Entendió el motivo cuando uno de los edecanes del militar se le acercó, y en un vacilante inglés le preguntó ¿pero aquí las mujeres cuándo vienen?

¿Te has quedado con la historia? Es real, o tal como me la contaron. Pero si quiero convenceros de que los militares de los ejércitos árabes “se dejan” agasajar, y que las húngaras son específicamente proclives para ello, pocas vías encontraré mejor que contaros una historia.

Fijaros que en la empresa la gente cuenta historias. Todo el tiempo. Unas veces son poco más que cotilleos: “¿a que no sabéis a quién vi y con quién iba?”. Son buenas formas de construir una imagen pública, o destrozarla. Otras veces las centramos en casuísticas profesionales. “Le llamo el cliente, pero resulta que él había pensado que… ¿y sabes lo que hizo…?”

La ventaja de una historia es que te da la información interpretada. Hacia donde el otro quiere. Los datos, no. Los datos son fríos y admiten valoraciones diversas.

Si te cuentan una historia, y tras ella te indignas y dices “¡hasta aquí hemos llegado! ¡Ya esta bien! ¡Se va a enterar!”, que sepas que te han manipulado.

Pide datos. Y espera antes de hacer nada. Porque las historias…las carga el diablo.