Jueves 21 de julio, 20:30 horas. Teatro Jovellanos: "Soberano manjar: la cantada española en el siglo XVIII". Soledad Cardoso (soprano), Forma Antiqva, Aarón Zapico (clave, órgano y dirección).
Casi sin tiempo tras la apoteósis granadina, otro proyecto de los hermanos Zapico (presentado en el Auditorio Nacional de Música Madrid el 19 de febrero pasado), que siguen asombrándome por su capacidad de trabajo. Además de impartir el Módulo 4 de "su" AMAG desde el 22 al 26 de julio, con un profesorado de lujo donde están ellos mismos así como más conciertos -que otras obligaciones me impedirán degustar- y como complemento a la Exposición "La música en la época de Jovellanos", que permanecerá abierta hasta el 11 de septiembre (una lástima que no hayan editado un catálogo acorde con el evento), se volvían a presentar en la capital gijonesa con un espectáculo donde la soprano argentina Soledad Cardoso volvía a poner la voz en una formación que tiene "cuerda para rato", abierta a proyectos como éste que recupera y edita obras de compositores no muy conocidos mas interpretados con su frescura y maestría suenan relucientes, al igual que su Vivaldi granadino: cual lienzos limpios de la suciedad que conlleva el tiempo pasado cuando no hay mimo en mantenerlos impolutos.
Sumemos poder convertir Gijón en cita obligada de la música antigua y barroca en Asturias, manteniendo esa culturalidad regional que esperemos no se pierda por culpa de miopías políticas con la disculpa de la crisis (la pero suele ser de ideas).
Para la ocasión un original quinteto donde prima la cuerda: Josetxu Obregón al cello cual violón, auténtico virtuoso que igual llevaba partes de continuo que solísticas haciendo sonar el instrumento realmente pleno, Vega Montero con el violone que en pizzicato daba el sustento bajístico y con el arco la línea cimentística sobre la que se construye el resto; Pablo Zapico y su guitarra barroca que lo mismo puntea que rasga (sin romper); Daniel Zapico con esa tiorba capaz de mantener el bajo cifrado por sí misma, realizar contrapuntos increíbles y completar el colorido de la formación que con el clave y órgano de Aarón Zapico consiguen incluso irisaciones sonoras. Nuevamente jugando los tímbrica de los dos teclados no ya en los recitativos sino para momentos puntuales solísticos permiten disfrutar de texturas que son nuevos paladares para platos imprevisibles por la combinación de ingredientes, sin entrar en que sean cantadas profanas o religiosas.
La guinda, o el perejil, para completar el sexteto fue esta vez la voz de Soledad que fue creciendo a medida que avanzaba el concierto. Si al principio resultaba algo oscura y escasa de volumen en los registros graves, aunque siempre con dicción perfecta, agilidades claras y mucho gusto interpretativo, el timbre de la soprano argentina resultó brillante y pleno de gusto con las "obras salmantinas" (que citaré en el programa). Hubo algún final de frase, más en los recitativos que en las arias, tan interiorizado que lo perdimos, pero la gama dinámica lograda en todos los registros sin perder en ningún momento el color vocal ni una expresividad impecable creo que son razones para llevarla a actuar con las mejores formaciones, y Forma Antiqva es una de ellas, sabiendo empastar y entenderse perfectamente como si llevasen años juntos, desgranando textos divinos con humanidad, y profanos con espiritualidad. Bien por la Cardoso
El programa hay que detallarlo por lo original y bien traído dentro de una línea argumental que les gusta seguir a los hermanos Zapico en todos sus espectáculos, con unas diferencias o variaciones instrumentales previas a las cuatro cantadas:
#Diferencias sobre el Pasacalle, a partir de anónimos; Soberano manjar de Francisco Hernández Illana (ca. 1700-1780), manuscritos 19-17 de la Catedral de Astorga, en la que Hernández Illana fue maestro de capilla, y dentro del Cuaderno de cantadas humanas y divinas de Raúl Angulo publicado por la Cátedra de Filosofía de la música de la Fundación Gustavo Bueno. En forma copla - recitado - area, la soprano comenzó algo fría frente a unos textos que pedían más, si bien fue asentándose poco a poco.
#Diferencias sobre Folías, a partir de anónimos recopilados por Antonio Martin i Coll en 1706-; Ó tu feliz Gilguero de José de San Juan (ca. 1685-1747), manuscritos 58-28 de la Catedral de Salamanca, recuperados y editados por Forma Antiqva, en formato recitado - area - recitado - area allegro, de agilidades muy descriptivas con unos dúos voz-cello impagables; también salmantina Alienta humano desvelo de Antonio Literes Carrión (1673-1747), manuscritos 26, 31-1, obra más extensa y exigentes que las anteriores para todos los intérpretes: estribillo - recitado - area viva - recitado - area viva - recitado - Minué - recitado - Grave. Personalmente la más completa del programa por lo divino hecho humano donde voz e instrumentos conjugaron el verbo "disfrutar" con ese lenguaje casi operístico pero con los ornamentos exactos para no perder nunca el sentido literario, auténtica seña de identidad de todas las obras interpretadas.
#Diferencias sobre las Cumbés, a partir de Santiago de Murcia (ca. 1682-1740)-. Ritmo y alegría, juegos dialogados, armonías más vigentes que nunca, sonoridades actuales para una música de siempre, y perfecto "intermedio" sin perder el hilo barroco.
#Diferencias sobre la Españoleta, a partir de anónimos recopilados por Antonio Martin i Coll en 1706; ¿Quién podrá? de José de Torres Martínez Bravo (ca. 1670-1738), manuscritos 1.14 de Mackworth (Gales), nuevamente dura en cada sección: aria - recitado - allegro fuga - recitado - Grave - Minuet - Grave, con las pausas mínimas pero siempre expresivas preparando unos textos bien cantados y mejor acompañados, compartiendo protagonismo.
Todavía nos darían dos propinas cantadas, creo que del manuscrito de Cardiff, en un nuevo despliegue vocal donde Soledad Cardoso concluyó perdiéndose entre bastidores tras una auténtica "opera class" con acompañamiento de cámara a su altura e igualmente en perfecto "adiós haydniano", y permanentemente además de exquisito apoyo a los textos.
Forma Antiqva son siempre un manjar.