Carola Chávez.
No podemos hablar de seguridad si no hablamos de justicia. Hace unos días leí una noticia titulada en contundentes y dolorosas letrotas negras que nos decían que un joven recibió su merecido por robar un celular en el Metro. Nueve años de cárcel para que aprenda que robar es malo, para que la sociedad respire aliviada porque parece que los teléfonos hoy están un poco más seguros. Leer esa noticia me remitió a otra de hace un par de semana que, con letras más discretas, nos contaba cómo un funcionario de CADIVI y su hijo, que fueron procesados por estafar al estado un montón de millones, -¡pobrecitos!- fueron condenados, con una palmadita en la espalda, a régimen de presentación, porque, bueno, ellos no tenían antecedentes judiciales y además evitaron al sistema de ¿justicia? todo el trámite, el papeleo, el costo en tiempo y dinero que significaba un largo juicio poniendo cara de contritos y declarándose culpables. Un muchacho pobre va a la cárcel por robar un celular, o dos, o veinte y claro que debe haber una pena para su delito, pero tendría que haber penas proporcionalmente justas para quienes han robado a la nación entera. Veinte mil millones de dólares nos robaron a todos a través de CADIVI un puñado de “empresarios” y sus compinches vestidos de funcionarios públicos. La misma cantidad de dinero que perdió la nación a causa del delictivo sabotaje petrolero, aún sin culpables sentenciados. ¿A cuántos celulares equivale ese dineral? Sacando la cuenta, no alcanzan las vidas de estos grandes ladrones para pagar por sus delitos. Nuestras leyes siguen penalizando la pobreza. Un delito menor contra la propiedad privada merece todo el peso de una ley injustamente pesada, mientras los delitos contra la nación, contra lo público, contra lo de todos, encuentran todo tipo atenuantes para que la ley pese en los ricos lo mismo que una pluma. No puedo dejar de pensar que el pequeño ladrón es producto de los grandes ladrones. No podemos hablar de “mano dura al hampa” si no señalamos y castigamos a los verdaderos hampones: los que robando al país roban la esperanza de nuestros muchachos que, reflejados en en espejismo del dinero fácil y la impunidad, terminan robando celulares cuando la impunidad, a los pendejos no les toca.Revista América Latina
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