La que sí ha resultado convencional es la propuesta escénica de Stepehn Medcalf para el Teatro Regio di Parma, que es la que se ha ofrecido como inauguración de la temporada 2014-2015 del Palau de les Arts, una temporada que se ha llamado de transición y que espero que marque el punto de inflexión, en el apartado económico, para el coliseo valenciano. El director de escena propone una Manon Lescaut marcada formalmente por los óvalos. Un óvalo es la plataforma (creo que de madera) omnipresente en todos los actos, óvalos son los también los espejos en casa de Geronte, que aparecen colgados de lo que parecen las partes superiores de distintos cadalsos (¿una premonición?), esta especie de postes ya habían aparecido en el acto primero sujetando carteles de la hospedería en la que se alojan Manon, su hermano y el viejo ricachón Geronte. Estéticamente no me ha seducido demasiado pero sí ha logrado algunos momentos de cierta belleza plástica, sobre todo en el final del tercer acto, con ese barco zarpando hacia America con Manon y Des Grieux como pasajeros. La sorpresa es que en el último acto la pareja no parece llegar a América sino a una especie de desértico Marte. El vestuario de lo más tradicional, es decir, de época, nada que objetar en este sentido (me quedó la duda de si todos iban de la misma época). En lo dramatúrgico Medcalf propone un flashback, antes de que comience la representación propiamente dicha, y al inicio de cada uno de los actos, aparece Des Grieux, escribiendo o repasando el relato de sus vivencias con la bella Manon. En cuanto al movimiento escénico me ha parecido logrado, no he apreciado momentos de estatismo innecesario y todo se desenvolvía en la escena con agilidad. Si alguna cosa me ha parecido gratuita ha sido ese entierro de Manon, como si se la tragara la tierra, no sé para qué, la verdad.
En el terreno artístico el resultado ha sido desigual, y mira que lamento tener que escribir esto. Maria José Siri ha sido una buena Manon, con un timbre no especialmente bello pero muy homogéneo en todos los registros y con un estilo de canto solvente, su interpretación no me ha llegado a emocionar, peor me ha parecido Rafael Dávila, su timbre es viril, lírico ancho o spinto, ideal para un papel como el de Des Grieux, lástima que no sea muy homogéneo, muestra cierta facilidad para apianar con sonidos afalsetados pero no muy pulidos, no es un tenor muy dado a los matices, como tantos otros de sus características, German Olvera como Lescaut creo que ha sido un cambio de última hora, es un cantante que todavía está en formación en el Centro de Perfeccionamiento Plácido Domingo. El mejor ha sido, con diferencia, Stephen Milling como Geronte, el bajo danés ha vuelto a mostrar, una vez más, la belleza de su timbre y su buen hacer en un repertorio que no es su especialidad y con un papel que no tiene grandes ocasiones de lucimiento, Matthew Peña, que interpretaba a Edmondo, ha pasado algunos apuros en el primer acto. El coro ha estado bien en la medida en que las entradas que daba (o que no daba) Plácido Domingo se lo ha permitido y la orquesta ha brillado en momentos puntuales, también en la medida en que el director se lo ha permitido.
Esta vez se ha vuelto a salvar la papeleta pero muy muy por los pelos, un cinco "pelao" rozando el suspenso. Espero que se quede en una anécdota y que en las futuras producciones que nos aguardan todo vaya a mejor, que el Gobierno entre de una vez en el Patronato y suelte algunos eurillos más para este Palau de les Arts que, a pesar de que Calatrava lo hizo como lo hizo, tanto queremos.
Finalmente, me gustaría señalar que el Palau de les Arts ha dedicado estas funciones de Manon Lescaut a la memoria del que fuera primer director titular de la Orquesta de la Comunitat Valenciana, Lorin Maazel, recientemente fallecido; además, momentos antes de iniciar la representación se anunciaba por megafonía que la función se iba a dedicar a una trabajadora de vestuario del Palau de les Arts recientemente fallecida, lamento no recordar el nombre.