Manos azules. 16 días de retorno (II)
Por Marikaheiki
Un círculo o un lazo: olvidémonos de las líneas rectas. De Bogotá a Buenos Aires y de Buenos Aires (mi sur más sur) a Cali. Después trece horas de vuelo. Y después la habitación azul de la infancia. Pero no pensemos en esto ahora: otra vez Colombia mariposas Colombia selva escondida en la niebla. La había olvidado. La vi con otros ojos la primera vez: ojos tiernos, recién nacidos y que sólo ven colores. Este cruce de fronteras ya no es iniciático como lo fue el primero. Qué fortaleza; ni yo la esperaba. ¿Qué se hace cuando se termina un viaje-vida? ¿Qué cosas permanecen en secreto? Ahora me acuerdo cuando escribí las primeras líneas en una casa en Bogotá, piso 10: ¿qué detalles se narran, qué se extrae? Tengo tantas respuestas. Ninguna es válida o lo son todas. Esta indagación ha sido hacia el cielo y ahora los regresos son en busca de raíces: también Europa esconde plantas mágicas, piedras inamovibles y un mar calmo y azul con acantilados de roca. Serán nuevos apéndices, nuevas manos azules, porque sólo se puede tener una columna vertebral y la mía se llama Andes.Empieza a llover y el tejado de zinc emite el sonido más lindo del mundo. Se moja la cama alrededor del mediodía.En Colombia la gente huele a café. Me dan ganas de morderlos a todos.
Este texto forma parte del desafío 27 días de retorno.
Puedes suscribirte a esta página aquí.