Revista Religión
En Jesús está la llenura y felicidad de los creyentes. Él es la fuente de la vida, y cuando el creyente se aparta de Él se seca. Con el transcurso del tiempo y las múltiples tareas cotidianas, los redimidos pueden alejarse de aquel que antes era su razón de vivir: Jesús. Se puede cruzar una línea delgada entre servir a Jesús y convertirse en sirviente de incontables actividades. Ocupando el tiempo y pasión que le corresponden a Jesús en algo más. La vida sin Jesús es pesada. Pues al no incluirle en la vida cotidiana ésta se convierte en una carga.
La voluntad de Jesús es que los suyos descansen en Él, la Roca, así como lo hizo Jacob cuando recostó su cabeza en Betel. Jesús es poderoso para llevar las cargas de los suyos, y así ellos se enfoquen en disfrutarle. Jesucristo es la fuente de poder del creyente, la fuerza de su corazón. Y cuando ellos dejan de tener intimidad con Él y su Iglesia, lo demás les asfixiará con su peso.
La base de un cristianismo genuino es una comunión estrecha y fuerte con Jesucristo. En Él todo es disfrutable y fácil. Al incluirle en todas las actividades éstas se vuelven trascendentes. Cuando la vida se trata de agradar a DIOS y deleitarse en Jesús, el creyente es saciado de vida.
La vida con sus muchos afanes pasará, no así Jesús. Él es suficiente para suplir, sanar y traer libertad, para que los suyos no se aparten de su mayor amor, de Jesús. Sea lo que sea que te pueda causar aflicción Jesús tiene el poder para librarte de ello. Entrégale cualquier carga y encárgate de disfrutarle a Él. Jesús tiene cuidado de ti para que te ocupes en lo que realmente es importante y que nadie te quitará (Lucas 10:42).
No permitas que nada ni nadie, te aleje de tu primer y gran amor, de aquel que te ha dado todo cuanto tienes y que jamás te fallará.
Día a día vuelve a tu primer amor.
Autor: Richy Esparza
Escrito para: Devocional Diario