Como
vimos en el artículo anterior, la autoestima es muy dependiente de la conducta,
muy dependiente de lo que hacemos en el mundo real y sus resultados. Proporcionándonos un sentimiento de eficacia, de influencia y utilidad
en el ambiente que nos rodea. Si todo fuera tan fácil... Pero
la autoestima también depende de nuestros pensamientos, de cómo nos evaluamos a
nosotros mismos, de nuestras creencias, nuestras actitudes, nuestros valores. Y
por último de los premios y castigos que recibimos del mundo exterior.
Sintetizando; -¿Qué hacer?. - ¿Qué pensar? y -¿Qué obtengo del ambiente? Y los tres
están interrelacionados. En este artículo me voy a centrar en la segunda parte.
En cómo pensar para mantener a salvo
nuestra autoestima.
Los
humanos tenemos la increíble capacidad de comunicarnos y no solo con los demás
sino mucho más importante; con nosotros
mismos. Tenemos la capacidad de juzgarnos y condenarnos. Esta capacidad
tradicionalmente se llama conciencia. No quiero resaltar su sentido religioso,
sino simplemente una función del lenguaje, que es la comunicación interna que
todos tenemos en nuestra mente. Somos
capaces de hablar con nosotros mismos y muchas veces, si no nos lo contamos
primero, no lo sabemos... ¿Cómo...?
Tenemos
la capacidad de autorregular nuestro comportamiento, darnos instrucciones,
mantener la atención, darnos ánimos, premios y castigos. Una parte fundamental
de nuestra inteligencia ejecutiva. Esta capacidad para juzgarnos, para
castigarnos o premiarnos, es muy influyente en la formación de nuestro
auto-concepto y por tanto, nuestra autoestima. Vamos Pedrito, que lo estás haciendo bien...
Os voy
a mostrar lo que yo procuro hacer. Es un entrenamiento durante años, como casi
todo en psicología, cuanto más se practica más fácil resulta, hasta convertirlo
en un hábito y hacerlo automáticamente.
Vamos a
poner en relación dos variables, por un lado la dureza o laxitud de nuestro
juicio y por otra la capacidad de control sobre los resultados, de la conducta
a juzgar:
-Si en
algo tenemos control, por ejemplo, llamar a un antiguo compañero, o presentar
un currículum a una oferta, o
pedir salir a esa chica. Si lo hacemos; nos felicitamos, si no; castigado cara a la
pared... Es una tarea que está bajo nuestro control, por lo que es
responsabilidad nuestra hacerla y hacerla bien. Pero como dije en otro de mis artículos; El valiente no lo es siempre, si no lo haces: Perdónate y prepárate
para aprovechar la próxima ocasión.
-Si no
tenemos control o solamente control indirecto, debemos ser indulgentes con
nosotros mismos. Hemos realizado una entrevista y no nos han llamado, o la muchacha nos dice que no.
Seguramente la culpa no es nuestra, hay infinidad de variables que influyen en
la elección de un candidato, su
novio la tiene gigantesca ¡Yo qué sé...! Nos felicitamos por el trabajo
realizado, por la parte que sí es responsabilidad nuestra, un pequeño ejercicio
de feedback. ¿Qué nos ha faltado de
contar? ¿Qué no deberíamos haber contado?
Y a otra cosa mariposa.
Muy
importante: No somos responsables, de lo
que no controlamos.
Otro
factor fundamental que influye en el control que tenemos sobre una conducta es
el tiempo.
¿Es una conducta pasada? ¿Podemos solucionarla
ahora o en un futuro? Si la respuesta es no, estás perdiendo el
tiempo pensando en ella. No te
machaques por haber hecho algo o por no haberlo hecho. Por mucho que te
preocupes no vas a arreglar nada, no puedes intervenir en el pasado. El pedófilo de 80, que sigue enamorado
de la niña de 16, que claro, ahora tiene 80, pero ya no es lo mismo...
¿Es una
conducta futura? Podemos prepararnos,
entrenarnos, intentar anticiparla, pero no realicemos ningún juicio sobre
nosotros mismos, y menos si es negativo. Nos podemos dar mensajes positivos,
pero si están vacíos de contenido, seguramente serán efímeros y no los
creeremos. Pero mira que
estoy bueno. Mejor buscar situaciones parecidas en nuestro pasado, que
fueron exitosas y recordar qué hicimos bien. ¿Cuánto le debo señorita?
¿Es una
conducta presente? Aquí es donde vamos a ser implacables, pero no es tiempo para juzgarnos, sino para
actuar, poner nuestros cinco sentidos en lo que hacemos, toda nuestra atención y lo más importante mantenerla el tiempo
necesario. Muchas veces en mitad de la tarea nos asaltan dudas: ¡No es tiempo para esto!, ¡Fuera!,¡ Concentración
y acción!. Tras terminar, felicitarnos por el trabajo y olvidarnos de lo
que no dependa de nosotros. Hemos hecho nuestra parte, hemos trabajado bien. Cada uno que se apañe con sus orgasmos.
Creo
que ha sido demasiado ambicioso el título, falta mucha tela que cortar, continuará...
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