Hace tiempo que no escribo en este blog, ni siquiera entro y surco la bloguesfera. Es más pensé en no volver, no supe encontrar el tiempo o las ganas. Curioso es que no han coincidido mucho en las últimas semanas.
Estaba cansado, habia terminado tarde un trabajo para psicología médica y decidí seguir pasandome de la cuenta del ADSL y entrar al Facebook. Alli alguien habia compartido un video que captó mi atención para luego cautivarme.
No he pasado, ni estoy pasando mi mejor momento. Crisis vocacional, harpía despiadada, me has atacado de nuevo. Ayer estaba aburrido o cansado de seguir estudiando sin ganas y decidi darme un respiro. Esta facultad tercermundista me arrea como ganado hacia un exámen y por un camino que llena de obstáculos. Es dificil luchar cuando no se tienen la convicción de querer llegar al final del camino. Decidí no preocuparme por las miles de trabas y disfrutar de esos pequeños cursos que realmente me gustan, que incentivan mi intelecto y sacan lo mejor de mi.
En medio de mi turbulenta, atrebulada, caotica, lo que quieran llamarle, mente, encontré este video que les conte, y que se trata nada más ni nada menos que de un discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford, un discurso que es el origen del título de este post.
Quizá ya lo han visto, como medicoblasto de hospital rotando por cirugía no llevo los Videos Más Vistos ni nada por el estilo, pero a mi me gustó. Me pareció muy... humano?