Manténte pobre

Si piensas que eres tú contra los demás, atiende. No. Espabila. Ni siquiera contra los que les va mejor.

Tampoco eres tú contra los haters, para corregirles.

Ni contra tus competidores, para ganarles.

Ni contra tus compañeros, para adelantarles.

Ni contra tus clientes, para convencerles.

Ni contra tus vecinos, para impresionarles.

Ni contra el sexo opuesto, para seducirle.

Si alguna vez has pensado algo de eso, no has entendido nada. Esto va de ti contra ti. Únciamente, y de nada más que de eso.

¿Para demostrarte que eres capaz?

Venga hombre, no seas ridículo, ¿piensas que soy Paulo Cohelo?

También te equivocas si te asalta el miedo a no ser capaz. Eso es irrelevante. Quizás no lo seas, quizás seas un flojo, un débil, un torpe. Quizás seas lento, corto y pichacorta. Da igual.

Esto va de intentar todo lo que puedes intentar, para conseguir todo lo que puedes conseguir.

Esto va de saber de qué eres capaz.

Ahí está el placer, ese es el éxito. En recorrer cada esquina de tu mundo, sea del tamaño que sea. Y en el momento en el que te despistas y miras para cualquier otro lado, te equivocas.

Deja a los demás en paz y mueve el puto culo. Tu puto culo.

En el newsletter miraré a través de tus ojos. Explicaré cómo ves el mundo y me darás la razón.

Sí, sí, joder, tienes razón, así lo veo, así lo he visto siempre.

Entonces arrancaré esos globos oculares moldeados por el tiempo, la falta de testosterona, por unos padres confundidos y una sociedad infantilizada, y los pisotearé.

Crujirán como vidrio, como un vidrio frágil y húmedo.

Entonces introduciré en tus cuencas dos nuevos globos, a presión, hasta escuchar el ’pop’…

Y empezarás a ver.

Empezarás a ver todas las acciones, acciones muy concretas, formas de ser y de hablar, que no estás haciendo. Y otras que te hacen parecer débil, un gordito gracioso más preocupado de agradar que de ganar dinero.

El motivo por el que los clientes te recuerdan con una sonrisa paternalista mientras le firman el contrato al cabrón de al lado.

Y te cabrearás, porque es duro. O te pondrás cachondo y me darás las gracias. Una de dos.

Te lo cuento en el newsletter:.

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