Soy perfume.
Parecerá una figura poética pero, lo escribo en sentido literal. Yo, mi cuerpo, exuda perfume.
No siempre es el mismo. Me hubiese gustado que así fuera, para tener como mi “marca de la casa”, un aroma único, que sólo estuviera en mí pero lo que tengo es una colección de perfumes…Únicos, eso sí…
Transité por mi niñez, envuelta en mil aromas. La flor de azahar de los campos vecinos, el jabón de espliego de la abuela, el agua de rosas en el que mi madre se bañaba, los ramos de romero y lavanda que adornaban mi casa…Una sinfonía de perfumes delicados, preciosos…
Siempre rodeada de aromas exquisitos, desarrollé una habilidad especial. Detectaba con extrema sutileza, todos los olores, incluidos los que consideraba desagradables…Me convertí en una “nariz” y, ahora, soy una afamada Créateur de Parfums en París. El perfume es mi vida .
Yo misma soy perfume…
Fue mi madre la que se dio cuenta. Si yo estaba contenta, a mi alrededor se creaba una atmósfera perfumada repleta de rasgos florales : jazmín, rosa blanca, mimosa…Por el contrario, si estaba preocupada o enfadada, el perfume se veteaba de cítricos, de fragante bergamota, lima, limón y un toque de fresia. El aroma se expandía y crecía al ritmo de la intensidad de mis emociones por lo que había días en los que mi presencia, era capaz de aromatizar a kilómetros a la redonda…Era tan agradable, una elección tan exquisita de sensaciones olfativas que no supuso un problema en mi vida hasta…Hasta que me enamoré… Mi primer amor… Mi poder se multiplicó. Mi cuerpo esparcía esencias de lirio, tonos dulces de frutas, pinceladas de gardenias…Esa fue la primera vez…
Descubrí la pasión impetuosa y tierna y, con ella, nuevas fragancias excitantes y sedosas. La untuosidad del sándalo y el narciso. Trazos de lilas y violetas…Rosas rojas…
Los aromas aterciopelados nos envolvían y mi amante, parecía extasiado , sumergido en aquel estallido de flores, frutas y especias…Mi primera vez, lo fue en más de un sentido : conocí el placer del sexo y…me convertí en una homicida…
Aún aturdida por las sensaciones de un clímax intenso y la profundidad de mi perfume, no me di cuenta que él se mantenía inmóvil. Aún tendido sobre mi cuerpo, observé su rostro. Una sonrisa serena…Me moví y él no se movió. Me agité y él, rebotó en mi cuerpo…Lo toqué, lo sacudí…Y llamé a mi madre.
Nos deshicimos del cuerpo. Al principio, pensamos que podía ser una coincidencia. Alguna enfermedad coronaria aun siendo tan joven pero el segundo, un compañero de la Facultad, confirmó la teoría de mi madre: mi perfume, los mataba.
Nos deshicimos del cuerpo.
Decidí hacer una vida entregada al celibato. Conocido el efecto devastador de mi aroma, no podía vivir con el sentimiento de culpabilidad. En aquellos tiempos, mi piel transpiraba tonos marinos, con lirios acuáticos, albahaca y agua fresca pero, aun siendo exquisito, no podía olvidar aquella fragancia densa y almizclada… Aún se recordaba en las ciudades vecinas. Aquella noche, “La Noche Perfumada” para la historia, fue comentada por todos…Mi madre fue de gran ayuda con el tercero, y con éste, prometí que no lo haría nunca más.
Nos deshicimos del cuerpo.
Este , está enterrado en el jardín de mamá.
Me centré en mi carrera profesional y me convertí en una de las más afamadas perfumistas del mundo. A nadie le sorprendía que siempre estuviera envuelta en aromas delicados y pude compaginar mi poder con mi vida.
Pasaron los años y viví en un estado de aceptación y resignación más o menos cómodo. Perdí a mamá en un accidente de tráfico y tras superar el dolor, continué con mi rutina. Todo iba bien, hasta que …Ha ocurrido. Me he enamorado. Locamente. Profundamente.
El intento de controlar lo que sé que debe permanecer encerrado es cada vez más penoso. Tortuoso. Esparzo aromas de pimienta negra y mandarina y , por primera vez, siento que mi perfume se está enrareciendo…Así que no lo he podido evitar.
Estoy enamorada y no lo he podido evitar.
Las vetas de sándalo me han dejado aturdida. El perfume es poderoso y me tiene sumida en un estado de bienestar increíble…
De repente, me despierto de mi ensoñación. Violentamente. Él , sonríe, desmadejado y lo abrazo brevemente. No hay tiempo. Sé que debo actuar, ya.
Mamá ya no está con nosotros y me tengo que deshacer del cuerpo…