El asturiano Manu Brabo gana el Pulitzer de fotografía por su cobertura gráfica de la guerra de Siria. La imagen recoge a un padre que sotiene sollozando, el cadáver de su hijo.
La sinrazón de la guerra. Sin eufemismos. Los conflictos armados, las misiones humanitarias y otras zarandajas son el recurso de algunos políticos, sobre todo progresistas de salón y Visa platino, para disimular que siguen endiéndose al que ellos mismos llaman imperialismo yanqui, critican en los mitines y comercian en armas con sus aliados, léase Israel. El fanatismo de la guerra es el mayor de los absurdos, y la vida truncada del chiquillo que reposa en los brazos de su padre es el ejemplo de lo que no va a ser. Tal vez en ellos, duerme para siempre un líder que llevaría la paz a este territorio, un sabio, un deportista de élite. Nunca lo sabremos porque el sinsentido de esta situación lo condujo a concer a su Dios, el que sea, mucho antes de tiempo. Descanse en paz. Y enhorabuena a un asturiano internacional.