MANUAL DE LOS VALIENTES:
Cómo pensar como Bassil, Hans, Pernalete y Leopoldo.
La valentía es fundadora. El valiente con su gesto hace renacer un nuevo presente y una nueva realidad. La valentía es un comienzo. Es un gesto primario sin motivo, sin causa, sin explicación. Es una insurrección individual ante la sumisión colectiva.
En el comienzo de todo, hubo un valiente o un gesto de valentía. En la génesis de las naciones, siempre hubo un gesto de valentía que permitió fundar todo. La valentía, es un gesto tan inaugural, tan primario, que ninguno estaría aquí sin él. La valentía no se explica, se asume. La valentía es una victoria sobre la lentitud, la inercia y la indiferencia. La valentía es un asalto en plena huida. La valentía es comerse la flecha del tránsito aceptado e inerte.
La valentía es un gesto sobrenatural o contra natural, un gesto que muchos inertes consideran absurdo pero que los valientes definen como sacrificio. Un sacrificio que lleva consigo la libertad. La valentía es el único gesto de libertad. Nadie es libre haciendo lo que quiere o teniendo lo que quiere. Al final, siempre se es esclavo de las necesidades o de los caprichos. Tampoco es libre aquel que se mueve donde le plazca ya que su espíritu bordea las fronteras de su jaula.
Solo es libre aquel que valientemente es espontaneo. Es libre aquel que valientemente omite sus necesidades o sus caprichos para ascender. Es libre aquel que valientemente deja de recorrer los lados de sus jaula y elije ir en línea recta para saltar.
La valentía es un gesto de innovación. Nadie se insurrecta imitando a otro o nadie se insurrecta por nosotros. La valentía es un sufrimiento que debe ser individual. Es una revuelta que se hace con los dolores internos que habíamos decidido no padecer en grupo. La valentía es una indignación que permite gritar “estoy indignado y no me importa el castigo”. El valiente se hace protagonista de su liberación y por ende merece un castigo, un castigo que infringe un sistema que pierde protagonismo, gracias al gesto valiente.
La valentía no es un gesto protagónico pero si lleva al protagonismo. Por eso la valentía no puede planearse, no puede calcularse, la valentía solo es espontanea. La valentía es la compañera espontanea del anónimo, del futuro protagonista, de aquel que nunca fue político o conferencista. La valentía es el temor del prudente inerte, del pesimista que siempre tiene la razón, del pacifista que espera siempre el estatus-quo. El prudente, el pesimista o el pacifista, es calculador, es estadista de la ruina, es debatidor del desastre, es alérgico a la acción, a la espontaneidad, a la imaginación, a la creatividad.
El prudente, el pesimista o el pacifista, critica la valentía en su pre-calculo y la encasilla en el orgullo. El pacifista piensa que el valiente, solo es valiente, porque obtiene una recompensa, tal como el obtiene la recompensa de la paz al no enfrentar sus enemigos. El prudente piensa que el valiente busca recompensa, así como el se alimenta de la inercia de un mundo que le conviene. El pesimista piensa que es muy tarde para cualquier gesto y que el valiente morirá en su accion.
El pesimista, el prudente y el pacifista rechazan el gesto valiente y se convierte el en sinónimo de la valentía, es decir, la cobardía. Los cobardes acusan al valiente de tener valentía tan solo por una recompensa. Pero si el valiente hubiera calculado una recompensa, obtendría una de estas tres; la paz, la inerte continuación o la resignación. Si el valiente calculara como los otros, el nuevo mundo se perdería en su intención. Nadie le garantiza al valiente una recompensa tangible, lo único tangible que se le garantiza es la muerte. La recompensa al valiente no es ni siquiera la vida, es ser valiente.
La valentía es un valor que se vale ella por misma. Es como la vida misma. Para obtener la paz hay muchos caminos, para ser prudente hay muchos caminos, para resignarse hay miles de métodos, pero para ser valiente solo hace falta ser valiente. La valentía solo tiene la intención de ser valiente. La intención nunca debe tomarse como una meta o una recompensa. Ser valiente no tiene premeditación.
Tan solo por la intención, el cobarde, no puede acusar al valiente de calculador. La intención es lo que todos tienen incluso antes de ser o existir. Es decir, antes de ser valientes o cobardes, tenemos una intención. Con la intención todos somos iguales y todos gozamos de una neutralidad hasta el día en que toca realizarla. Si se realiza se es valiente, si no se realiza se es cobarde. Ningún bien intencionado es valiente pero un bien intencionado si puede ser cobarde por inacción.
No es una recompensa tangible lo que lleva a un hombre a pararse frente una tanqueta o a esconder niños judíos en la guerra. A ese hombre solo se le promete la cárcel o la muerte. A ese hombre, que arriesga todo en un instante, sin explicación, sin precedentes y sin calculo, solo se le promete la valentía de un ser valiente.
Aquiles no es valiente porque haya calculado su gloria, Aquiles es valiente antes de ser glorioso y su gloria es consecuencia de un gesto valiente. La valentía vale por ella misma y finaliza por ella misma. Es decir, la valentía siempre llega a un punto de partida. Nadie es valiente toda la vida por haber hecho un gesto de valentía. La valentía no es patrimonio. Haber sido valiente no permite un crédito de cobardía. La mancha de la cobardía es siempre más grande. La valentía finaliza por ella misma una vez realizado el gesto valiente. Es por eso que nadie puede cobrar por haber sido valiente y nadie puede calcular cuanta recompensa tendrá si será valiente. La valentía es un gesto inaugural que finaliza en el mismo comienzo y si el individuo quiere ser valiente, debe ser fiel a ese gesto. La valentía no tiene victorias, solo se apremia ella misma por su existencia.
Un valiente nunca tiene tiempo de calcular los ingresos de sus actos. El acto valiente está por encima de la gloria, de la recompensa o del agradecimiento. El valiente en su intención solo puede pensar en dos cosas a la vez, primero en el éxito de su acto y segundo en como repetirlo. La fidelidad al gesto valiente permite ser impermeable al no-reconocimiento de los cobardes. Ser fiel al acto valiente es cosa de valientes y la fidelidad es el filtro de los falsos valientes.
El valiente debe actuar cada segundo en pro de su siguiente acto de valentía, resistiendo al capricho del cambio, a la tentación de la recompensa y al engaño del agradecimiento. Según Jankelevicht, “la valentía es la paciente continuación del comienzo”. La valentía se debe realizar siempre y nunca es suficiente” No es valiente aquel que hace un gesto valiente exitoso, porque la valentía solo tiene existencia por su acto, es por eso que no es cobarde aquel que ejecuto mal el acto o si no concluyo exitosamente. Solo el hecho de realizarlo te permite ser valiente. El acto valiente está por encima del trofeo.
No importa si los actos son fracasados o exitosos, lo importante es la valentía de haberlos realizado. Por eso el politiquero, el populista o megalómano no pueden ser valientes. El cálculo de su éxito pre-meditado no le permite llevar a cabo sus actos. En cambio, el libertador no piensa en el éxito o fracaso de su acto, no calcula solo actúa.
La valentía es el único acto que nos permite crear otro mundo. Ser valiente para medir que futuro vamos a obtener no sirve de nada, sería como encontrarle dosis a la valentía. Churchill decía que “la valentía es la primera calidad humana porque es la única que garantiza todas las demás”. Si vivimos tiempos trágicos, tiempos tiránicos en nuestro país, es porque en algún lugar de nuestra existencia olvidamos ser valientes, entregándonos a la inercia del cotidiano, al cálculo de la recompensa, al pacifismo o a la prudencia.
Los tiranos siempre son osados y aventurero, pero nunca serán valientes, ellos arriesgan su vida por el poder y por gobernancia. El verdadero valiente no combate arriesgando su vida para gobernar, el arriesga su vida porque el lugar en donde su vida florece está en riesgo, es decir; el país. El valiente piensa en el país que existía antes de el, el país que sobrevivirá después de él y que le ha sido prestado. El valiente sabe que le encargaron una nación y que se ha dejado robar tal como un niño en un parque. Hanna Harent decía; “la valentía libera los hombres de la muerte y los vuelve eternos”. Todos se acordaran de Basil, de Hans, de Pernalete y de Leopoldo, pero nadie se acordara de aquellos que no enfrentan sus miedos con valentía. El día que eso ocurra el fanatismo morirá y la democracia surgirá.
Giovanny Guevara @lucesproject
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