Revista Filosofía

Manual para civilizar personas i: prólogo

Por Occidental En Lucha @occidentaldecad

Han pasado ya casi 5 años desde que escribí un pequeño manual que creo que va haciendo más falta que nunca publicar en vista de las noticias y los acontecimientos que voy observando día a día.

Hoy se ha aprobado por la Comunidad de Madrid una norma por la cual el profesor se convertirá en Autoridad dentro de su ámbito profesional:la escuela.

Estas legislaciones , no por ello menos necesarias, son el ejemplo fatal de la escasa representatividad de una educación responsable , severa y disciplinada en nuestras sociedades permisivas.  Cuando estudiaba historia en el colegio  y leía sobre el Código de Hammurabi me impresionó sobremanera los casos que se mencionaban como delito, al igual que los castigos que se imponían (como en muchos otros cósdiogs antiguos como el romano). Esto hacía pensar en lo severo de la sociedad que los promulgaba. Sin embargo ya en la adolescencia  leyendo a un filósofo que no recuerdo decía : los códigos de leyes de las sociedades reflejan no sus virtudes si no sus carencias. Sólo se penaliza aquellas conductas que se repiten de manera ordinaria y deben reprimirse en virtud de un enfoque de orden y desarrollo social o intereses de las clases dirigentes.

Esta es la situación actual de total descredito, falta de autoridad, y en suma debilidad de la disciplina educativa derivada de una falta de valores que inculcar. No vamos a ahondar en las causas (que en sociedades autoritarias ya sean comunistas , fascistas o de regimenes militares no suceden) si no en como solucionar ese problema a nivel personal ( y por tanto creo que con una validez limitada).  . Os dejo el PRÓLOGO. Espero que os guste.

PRÓLOGO

"Se dice que una aguda y graciosa esclava tracia se burló de Tales, porque , mientras observaba las estrellas y miraba hacia arriba se cayó en un pozo; ávido por observar las cosas del cielo, le pasaban desapercibidas las que estaban detrás de él y delante de sus pies"

Platón

No busco ser pretencioso en los fines de este manual. Simplemente mostraré en el mejor estilo de nuestros tiempos y en el tiempo existente (que siempre es poco en los días que nos ha tocado vivir), hechos y menesteres en los que un hombre español de este siglo debe emplearse de la mejor forma para alcanzar la depauperada e ínclita civilización o mejor dicho, la ciudadanía básica para habitar y dirigir los destinos de su Sociedad lo mejor posible.

Las características de este manual serán las de cualquier literatura diaria y práctica de nuestros días ya sea la prensa o unas instrucciones cualesquiera...). Sencillas, pero de difícil ejecución, fáciles de leer, pero llenas de lagunas, frías pero subjetivas.

No es este sistema el elegido por su capacidad de comunicar mensaje, expresar con claridad o resultar llamativo y clarividente. NO. Simplemente lo es porque es el único realizable hoy día y sobre el que casi todos hemos aprendido últimamente algo (más bien muchas veces desaprender). 

Ya queda poco para que se consiga el fin de cualquier sistema de poder: hacer de sus súbditos una suma de unidades sin voluntad ni criterio autónomo. Lo más grave no es que se fin se consiga, sino el modo en el que se está llegando a él. Ya el concepto de ciudadanía no existe.

Un ciudadano es una persona que perteneciendo a una comunidad humana, se responsabiliza de la misma, de su destino, incluso con su propia vida, consiguiendo mediante su comportamiento ejemplar unos niveles de convivencia que permiten llevar una vida con bienestar dentro de las capacidades económicas de su Sociedad. Esto, en una Sociedad técnica y TRADICIONALMENTE civilizada, no debería ser difícil. Ya no sería necesario por hábitos generales llegar al grado máximo de implicación que revela esta definición. Pero se vive en la actualidad una vuelta hacia atrás derivada de esta forma de dirigir los destinos y planificar los fines.

La cultura está institucionalizada en entes mercantiles o políticos, ya sea los medios de comunicación, las empresas o dentro del propio Estado. Esto hace monolíticas las estructuras de pensamiento. No hablamos aquí de autoritarismo sino de lo que Aquilino Duque ya llamó el aparato de las sociedades  permisivas, una clase de pensamientos estandarizados, de moda, que se introducen para el lucro del mercado y siempre dentro de una estrategia mercantilista y de práctica comercial. Se convence así a la persona individual de que es diferente y con carácter propio, a través de un estilo de vida estereotipado y con una variedad o gama muy pequeñas en la elección de tipos de bienes y servicios. Esta gama está disminuyendo fruto de los monopolios globales de las multinacionales tanto de los medios de producción como de las tecnologías.  Este pensamiento monolítico en lo esencial, hace que las personas no discutan sobre el fondo de las cuestiones, sino sobre su forma, mientras la identidad personal y de la sociedad, nación o pueblo se desintegran sin remedio. De ahí que los movimientos sociales de los jóvenes no se diferencian en la forma de vida, comportamiento y hábitos morales en lo estructural, sino en aspectos superficiales como los vehículos que conducen, la ropa que llevan o los lugares en los que se divierten. De hecho, pasada la edad de la pubertad y la inmediatamente posterior, las formas de vida son muy similares (lugares de esparcimiento y de suministro como los centros comerciales, el uso generalizado de vehículos y los modelos adquiridos, las formas de disponer los hogares ...) con la renta como forma de diferenciación. Esto lleva sin lugar a dudas a una "barbarización", acentuada con la mezcla cultural fruto de la inmigración incontrolada y no "nacionalizada", que produce respuestas violentas en algunos casos por la pérdida de identidad sufrida. El proceso de barbarización se caracteriza por el déficit o la carencia de un concepto global de Sociedad o Civilización en la mayoría de la población y que se evidencia por la falta de civismo en el comportamiento público, una laxitud de toda la moral  por la voluntad que requiere su cumplimiento (especialmente de las "gens" o familias más antiguas en esa sociedad) y un desconocimiento absoluto de las "reglas necesarias" que hacen posible el desenvolvimiento económico y el contacto cordial, seguro y ordenado entre las personas que la componen.

No es posible a través de este escrito que a continuación desgranaré evitar este proceso (¡ya quisiera!). Simplemente intentaré poner en evidencia estos hechos perfectamente perceptibles por todos y dar unas pautas de lo que para mí puede ser un comportamiento civilizado.

Madrid a 1 de Septiembre de 2003


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