Uno de los errores que cometemos los independentistas cuando intentamos hacer proselitismo en los llamados “indecisos” (los alrededor de 250.000 ciudadanos catalanes que describo en este artículo), es pretender “convencerles”.
Convencer, según la RAE es:
1. tr. Incitar, mover con razones a alguien a hacer algo o a mudar de dictamen o de comportamiento. U. t. c. prnl.
2. tr. Probar algo de manera que racionalmente no se pueda negar. U. t. c. prnl.
Asumimos que los “indecisos” no son independentistas por no haber accedido a los argumentos que nos han convencido a nosotros y por tanto mediante la razón y la explicación de estos argumentos se convencerán de la bondad de la independencia.
Es verdad que existe colectivo de personas que pasan de la política o que tienen un nivel de información política más baja, pero este no es el colectivo que mal llamamos “indecisos”. Los abstencionistas sistemáticos o personas que pasan de la política no es un público que favorezca los cambios (son pro statu-quo), y en todo caso no es precisamente el perfil de personas que se nos va a parar a escuchar en la calle o que vaya a leerse algún material que produzcamos los independentistas o el perfil de alguien que vaya a poner en la televisión un debate político.
El “indeciso” que votó Sí-No en la consulta del 9N y que nos puede dar la mayoría social suficiente para ganar un referéndum tiene información. Tiene argumentos y puede sostener su posición con ellos. Además conoce nuestros argumentos, y curiosamente… no le han convencido.
Y es que hay que reconocer algo en todo este proceso. La posición que mantenemos los independentistas y los federalistas tienen altos elementos de irracionalidad.
Es irracional apostar por un acuerdo con el resto de España que parece que casi nadie fuera de Catalunya quiere y creer que este acuerdo nos permitirá alcanzar muchos mejores niveles de convivencia y mejores instituciones. Pero también es irracional apostar por una independencia que ha de superar tantos obstáculos y asumir que esta nos permitirá elaborar unas mejores instituciones y un país con mayor calidad democrática y convivencial. El peso de los argumentos que me hacen pensar que una posición es más irracional que otra dependen de la posición que he decidido defender y con la que me identifico emocionalmente.
IDEA CLAVE EN ESTE MANUAL. Estamos hablando de un proceso de reflexión interna en el que los elementos irracionales y emocionales tienen un gran peso (como casi todos los procesos de posicionamiento político, no nos engañemos), mientras sigamos comunicando sólo en el plano racional o en un plano emocional que no conecta con los valores y formas de entender el mundo del público al que queremos “convencer” estaremos gastando energías de forma inútil.
Los que defienden la tercera vía no niegan que su vía está llena de lagunas y la consideran muy difícil, pero también los independentistas hemos de reconocer que en nuestra hoja de ruta hay también lagunas, elementos desconocidos y que tiene un alto componente de salto al vacío.
Los argumentos racionales que nos “convencen” sobre nuestra apuesta independentista son vigas en las que sostenemos un edificio de desconocimiento, dudas y una apuesta emocional. Nos sirven por el motivo que ya hemos decidido previamente apostar por la independencia.
Esto no quita que los argumentos sean importantes, una acumulación suficiente de evidencias nos generan disonancia cognitiva y nos permiten cambiar de opinión. Pero no es falta de “datos” y conocimiento de estos lo que hace que los indecisos que hoy están más próximos a la independencia y que podrían darnos la mayoría no apuestan hoy por hoy por la independencia.
Asumir que no vamos a “convencer” sino a dialogar y trabajar políticamente significa dejar de repetirles los argumentos que ya conocen y además han reinterpretado y digerido para disminuir la disonancia cognitiva que les puedan generar.
Dialogar y trabajar políticamente es lo que podemos hacer. Dialogar para empatizar, conectar, entender y respetar. Dialogar para poder ver que parte del camino podemos hacer juntos. Trabajar políticamente para poder conseguir que no nos consideren una amenaza y puedan apoyarnos cuando lo necesitemos (como hicieron el 9 de noviembre).
Dialogar para hacer el proceso lo más amable para este colectivo y eventualmente si hay nuevos elementos que puedan generarle esa disonancia cognitiva no sientan rechazo emocional por nuestra postura.
Dialogar y trabajar políticamente para hacer el proceso de la independencia todo lo inclusivo posible, para que se sientan partícipes en aquello que puedan serlo (más adelante explicaré que líneas de trabajo podemos utilizar).
Dialogar y trabajar políticamente para entender la propia debilidad de nuestro discurso y poder reforzarla.
Y sobretodo dialogar y trabajar políticamente porqué todo ex-federalista que hoy es independentista ha tenido un proceso personal en el que se ha encontrado con algún independentista o con un mensaje independentista mucho más respetuoso con su forma de ver el mundo que el que ha visto desde el unionismo.
Hemos de tratar a los “indecisos” como adultos, como personas tan informadas como nosotros y aceptar los elementos de razón que pueda haber en su discurso. No somos evangelistas trayendo abalorios y prodigios tecnológicos a una tribu anclada en el neolítico. Y si queremos que comiencen a escucharnos, tenemos que dejar de tratar a los “indecisos” de forma evangelizadora.
Mientras sigamos hablando más a los “federalistas” que escuchándoles, poco vamos a “convencerles”.
Este conjunto de artículos recopilan la experiencia de campo conseguida en 25 sesiones de coaching realizadas por el autor desde SÚMATE entre activistas independentistas y personas que se autodefinen como “federalistas” o votantes del “sí-no” el 9N. El colectivo total de personas que antes eran federalistas y ahora son independentistas y de actuales federalistas alcanza a más de 150 (de un total de 300 asistentes), y de sus conversaciones surge gran parte de este manual.
En el conjunto de sesiones se ha logrado extraer experiencias, historias de vida y entrevistas en profundidad y no solo de los “sí-no” sino de un buen número de activistas independentistas que hasta hace pocos años o meses eran “federalistas”.
El objetivo es plasmar esta experiencia de campo que ayude a otros activistas independentistas a trabajar políticamente con el colectivo de mal llamados “indecisos” de cara a conseguir ampliar la base social del independentismo.
Estas experiencias han sido también tamizadas y puestas en testeo con pequeños experimentos cualitativos en conversaciones en profundidad con otros “federalistas”. También integro las opiniones y aportaciones individuales que han hecho otros compañeros del equipo de estrategia y comunicación de SÚMATE.
Este manual tiene mucho de “SÚMATE” pero expresa sobretodo la visión y los análisis del autor y no necesariamente los de la entidad, aunque hubiera sido imposible realizar este manual sin la ayuda de SÚMATE y la experiencia y conocimiento colectivo de la entidad.
También expresar mi agradecimiento a los activistas independentistas, mayoritariamente de la ANC que participaron de los coachings y que me descubrieron también sus historias personales y supieron conectar con los actuales “indecisos” de una forma casi mágica. Gracias a ellos también he podido hacer este manual y descubrir que es lo que termina de conectar “indecisos” e indepes.