Revista Cultura y Ocio

Manuel Benítez Carrasco .- Tengo el caballo a la puerta

Publicado el 27 febrero 2018 por Biblioteca Virtual Hispanica @BVHispanica
Tengo el caballo a la puerta, 
¿te quieres venir conmigo?. 
Yo no te obligo. 
Sólo te brindo ocasión 
de darte en mi soledad 
una casa, un corazón 
y un cariño de verdad. 
¿Qué no quieres...? Allá penas. 
Mientras yo tenga en mis venas 
sangre de piropo y ronda; 
mientras, por mas que se esconda, 
no haya mujer que resista 
este pase de conquista 
de los vuelos de mi capa; 
mientras la flor que se tapa 
con clavel y celosía 
se asome a verme pasar 
pensando en la Vicaría; 
y mientras de par en par 
se abran a mi reclamo 
el corazón donde llamo 
y la boca donde toco... 
a mi se me importa poco 
que quieras o que no quieras 
ser dueña de mi fortuna. 
Hay mucha espiga en las eras 
para pensar sólo en una 
Y mira lo que te digo: 
un día deje la luna 
porque no quiso venir 
conmigo. 
Y no me costó ninguna 
fatiga romper cadenas. 
Con esto quiero decir 
que a ti, que no eres la luna, 
me costará menos pena 
dejarte, si lo prefieres. 
Me sobran a mí mujeres. 
De modo que tú dirás; 
si me das el sí, tendrás 
beso blando, brazo fuerte, 
casa, cariño y corona 
y, si es preciso, mi muerte 
por defender tu persona. 
¿Qué no quieres...? 
No hay que hablar 
de olvidos ni sufrimientos: 
que tengo yo muchos vientos 
por donde poder volar. 
Y me iré calle adelante, 
sin fatiga y sin desplante, 
con una copla de mayo 
saltando en el corazón 
mientras me acompaña el son 
el paso de mi caballo: 
-Voy a la esquina a cambiar 
por una rosa otra rosa, 
y a ver quien lo va a notar; 
que si una rosa es hermosa... 
la otra... no se queda atrás 
En fin; no quiero hablar más 
de lo que ya no precisa 
más explicación. 
Mi corazón va deprisa 
y no le gusta perder 
tiempo en la conversación, 
mientras se pueda entender 
a besos por los balcones, 
Y, torero sin fracaso, 
pueda torear al paso 
cinturas y corazones. 
Ya lo sabes; junto al río 
tengo un huerto de limones 
Y un arroyito de frío 
que va sembrando canciones. 
Y en la loma 
tengo un blanco caserío 
como una blanca paloma 
que se asoma 
para beber en el río 
Y entre arrayán y romero 
un beso sin estrenar 
que está diciendo “me muero” 
porque no puede aguardar. 
Y creciendo junto a una 
rosita sin jardinero 
tengo la flor de un “te quiero” 
para tu pelo de luna 
Todo esto, junto al río, 
en mi cabaña desierta 
Piénsalo bien, amor mío... 
Tengo el caballo a la puerta.

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