Manuel Deodoro da Fonseca

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Manuel Deodoro da Fonseca Manuel Deodoro da Fonseca dirigió la revolución que en 1889 puso fin al Imperio Brasileño. A continuación, presidió la República desde ese año hasta 1891.
En noviembre de 1891, el general brasileño Manuel Deodoro da Fonseca hubo de dimitir como primer presidente de la recién instituida República (noviembre de 1889), tras lograr la aprobación de una Constitución y el reconocimiento internacional del nuevo Estado.
Manuel Deodoro da Fonseca Manuel Deodoro da Fonseca (1827-1892), general y político brasileño, primer presidente de la República (primero como presidente del gobierno provisional, 1889-1891; y posteriormente como presidente electo, 1891). Nació en Alagoas (hoy Marechal Deodoro) y recibió una educación militar. Desde 1864 hasta 1870 fue general de división durante la guerra de la Triple Alianza, que enfrentó a Brasil, Argentina y Uruguay contra Paraguay. La guerra incrementó la actividad política de los oficiales brasileños, que vieron en Fonseca la figura de un líder que, a pesar de su conservadurismo y su vinculación personal al emperador Pedro II, era contrario a algunos aspectos de su gobierno. Tras ser castigado por insubordinación, Fonseca dirigió una revolución incruenta que dio lugar a la abdicación del emperador y a la creación de la República de Brasil el 15 de noviembre de 1889. Fonseca fue presidente del gobierno provisional hasta febrero de 1891, mes en el que fue formalmente elegido por la Asamblea presidente de la República. Su falta de experiencia en la administración democrática de un país que también carecía de una tradición de gobierno constitucional, hicieron que Fonseca se enfrentara con el Congreso, disolviéndolo y estableciendo una dictadura personal. Tras tener que enfrentarse a la disidencia del Ejército y a la rebelión de la Armada, y no queriendo arriesgarse a la posibilidad de una guerra civil, dimitió en noviembre de 1891. A pesar de todo, el breve mandato de Fonseca fue notable. La República adquirió el reconocimiento oficial internacional, se aprobó una nueva Constitución que garantizaba la autonomía de sus estados, y se logró la separación entre la Iglesia y el Estado.

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