Revista Libros
Manuel Longares.El oído absoluto.Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2016.
Tan brillante como el resto de su obra y protagonizada por Max Bru, el maestro aspirante a poeta, la última novela de Manuel Longares, El oído absoluto, que publica Galaxia Gutenberg, es una divertida narración sobre literatura y literatos extravagantes y algo patéticos.
El contraste grotesco, de raíz esperpéntica, entre lo serio y lo cómico, entre el género chico y las tragedias isabelinas, entre Ricardo III y la Virgen de la Cueva, entre los versos de los clásicos y las aleluyas de poetas zarrapastrosos, entre Garcilaso y Amadeo Vives, entre lo grave y lo ligero orienta la mirada de Longares, más sarcástica que irónica.
Y pululando por la novela, un elenco de personajes excéntricos y memorables: Otilia Risco, desterrada en Francia por sus orgasmos tronitronantes; el padre Abades, un censor eclesiástico de la posguerra que se jacta en la tertulia del Comercial de ejercer la censura “como me sale del miembro”; el padre Lachaise, cura francés y ciclista inepto y prostibulario; Conrado Santa Fe, autor de las revistas musicales Diosas de Oriente y Mus de sotas, textos de doble sentido por los que los falangistas piadosos, al saber que no tiene brasero, le hacen la caridad de calentarle.
Ambientada entre los años veinte, la guerra y la posguerra, es la octava novela de un narrador imprescindible, autor de títulos tan memorables como Romanticismo, Nuestra epopeya, Las cuatro esquinas, Las ingenuas o la trilogía que agrupó en La vida de la letra. Santos Domínguez