Manuel Paredes Martínez, cartagenero, socialista, Capitán de Infantería de Marina del ejército republicano, atravesó la frontera francesa en febrero de 1.939, en la retirada de Cataluña y volvió meses después, a España por Irún, confiado en que por no tener delitos de sangre no le pasaría nada. Su testimonio directo, nos indica las penalidades y el sufrimiento que conllevaban las detenciones y la prisión.
Manuel Paredes simplemente fue un militar fiel a la República. Sin embargo fue detenido, torturado, procesado y condenado finalmente a ocho años de prisión, siendo expulsado de la Infantería de Marina. Tardó cinco meses en llegar desde Irún a Cartagena, pasando por 13 cárceles distintas. Durante este largo periplo por las cárceles españolas, como prisionero de guerra y detenido político, sufrió el régimen de vida carcelario inmediatamente posterior a la guerra.
Este es el paradigmático testimonio de su estancia en los campos de concentración franceses, su prolongado turismo carcelario y su llegada a Cartagena (2):
" [...] Pasamos mucha, muchísima hambre, tanto en el campo de concentración de Septfonds (3), en Francia, como en las cárceles españolas; [...]. Vivíamos hacinados. En la cárcel de San Miguel de los Reyes de Valencia éramos catorce, en una celda de menos de 5 m2; [...] la gente se moría más por el hambre, la falta de higiene y las enfermedades, que por los fusilamientos; [...] Las palizas de los falangistas estaban a la orden del día. Teníamos que sacarnos con una aguja, unos a otros, las hilachas de la camisa que se habían incrustado en la carne a causa de las palizas, para limpiar las heridas y evitar la infección; [...].
Recuerdo mi llegada a Cartagena. A los tres compañeros que veníamos juntos, nos llevaron al local que el SIM tenía en la Alameda de San Antón. Una vez allí, allí dos falangistas y un par de marineros, dirigidos por el tristemente célebre Brigada de la Marina Manuel Vidal. Nos molieron a palos durante varios días. Uno de nosotros, un oficial ya mayor, murió a consecuencia de las palizas. Al otro se lo llevaron y no lo volví a ver jamás. No sé lo que fue de él. Yo me libré porque Vidal dijo: Ése es todavía joven, ¡Dejadle que viva! Pese a todo, tuve muchísima suerte. Vi morir a demasiada gente [...] "
Este testimonio con las variables personales de rigor sería común a miles de españoles, militares y civiles, que confiaron en la promesa del Nuevo Estado por la que aquellos que no tuvieran delitos de sangre, no tenían nada que temer. Manuel Paredes, como él mismo afirma, tuvo suerte, a otros no les sonrió la fortuna.
Tal fue el caso de Eloy López Fojo, cabo electricista que partió con la flota el 5 de marzo de 1.939 y retornó con ella semanas después. Fue procesado, juzgado y condenado a la pena de muerte, que le fue conmutada por la de cadena perpetua. (4)
Peligrosos e Indeseables para la Causa Nacional. Los Vencidos de la Guerra Civil en la Región de Murcia, 1939-48. Una Visión Regional con Proyección Nacional. Antonio Martinez Ovejero. Universidad de Murcia (2015)
(1) Monasterio de San Miguel de los Reyes (sigloXVI). A partir de 1936, el monasterio se constituyó como prisión para presos políticos tanto de la República como del Franquismo. Como prisión permaneció hasta 1966, para convertirse en colegio. Desde 1999 es sede de la Biblioteca Valenciana.
(2) Testimonio recogido por Antonio Martinez Ovejero el 25 de junio de 2006. Sumarísimo 6.122. Juzgado Militar de Cartagena de Infantería de Marina, Archivo Naval de Cartagena.
En la localidad de Septfonds, en el departamento de Tarn y Garona (Mediodía-Pirineos) se instaló un campo de internamiento, en cuyo cementerio reposan los restos de 81 españoles allí fallecidos.
(4) Victoria Fernández Diaz. El Exilio de los marinos republicanos. (ISBN: 978-84-370-7395-8)