Manuel Rey-Fueyo, la división entre dos universos contrarios: oscuridad y luminosidad

Hoy os recomiendo al pintor Manuel Rey-Fueyo. Se dio a conocer en la primera mitad de los setenta y desde ese primer momento ya mostró un estilo claro y desarrollado.

Atraído poderosamente por el uso de la luz, protagonista indiscutible de sus obras, trata de manera inmejorable los juegos de sombras y reverberaciones que ésta produce penetrando en los cuadros a través de pequeños espacios que la orientan en lugares cerrados. Asimismo, el interés que dedica a los tonos rojos y negros ha sido una constante en sus obras.

Su estilo abstracto sumerge al espectador en un ambiente misterioso, donde el punto fuerte radica en esa duda, en el desasosiego y la inseguridad que despierta. Y es que todos y cada uno de los trabajos del asturiano encuentran sus raíces en el misticismo.

Sus obras son, en definitiva, la caligrafía de un instante. Trata de mostrar al público la debilidad connatural e íntima que todo ser humano lleva dentro saca a la luz la fragilidad del ser. Esta es la característica fundamental que le diferencia, y a la vez define, con respecto a sus contemporáneos.

Maestro en su técnica, imprime en todos sus lienzos esa pasión existencial, que se complementa con ciertos toques surrealistas e impresionistas. De este modo logra representar el desencanto con el que a veces observamos el mundo. Sus obras transmiten perfectamente esa sensación de vacío emocional, de soledad, de silencio. En definitiva esa condición de incertidumbre de la que hablábamos antes.

Desde luego, Manuel Rey-Fueyo es un artista muy recomendable para todo aquel aficionado que busque interactuar con el arte. Para todo aquel que pretenda buscar un más allá de lo que hay representado en sus cuadros, porque a pesar de que la subjetividad es otra de las características que destacan en su obra, su trabajo persigue fundamentalmente vincularse al espectador.