Tu pecho se refleja en el agua de manera que parece que un pintor inexperto o quizás Picasso lo retrata.
Y es mi mano el pincel que lo recoge y describe su forma perfecta, definiendo su borde levemente con los dedos, retocando su pezón con suaves pinceladas, y terminando con la firma de mis besos.
Tu cuerpo define enrevesados mapas en el interior del agua en la que estamos.
Y como un explorador te abarco con mis brazos, como un cartógrafo marco paralelos y ecuadores.
Busco el mar en tu espalda, delimito fronteras en tu pelo, señalo golfos y marismas en tus piernas.
Y al fin, y al cabo, tengo el atlas de mis sueños.
Hay palabras que se agolpan asustadas a la puerta de tu boca.
y entonces soy como ratón de biblioteca, buscando índices de deseos en tus ojos.
Y abro de par en par los libros que te llenan. Y recorro como un ciego tu piel, leyendo con los dedos.
Amor, pasión, deseo. En un margen de tu piel descubro la definición de un par de minutos de ser feliz.
Me escribes en el agua con tu cuerpo un par de historias de final con perdices.
En matemáticas y fórmulas absurdas hacemos perderse a las miradas que nos siguen.
Donde ven dos, nosotros nos empeñamos en ser uno.
Donde ven agua, nosotros vemos sábanas. Si ven abrazos, sólo versos vemos.
Creen que nos miramos y, sin embargo, sólo decimos, sencillamente te quiero.