Revisando como todos los principios de mes las visitas a la página, me encuentro como casi siempre con alguna sorpresa inesperada. La primera en este caso es la gran cantidad de lectores que diariamente siguen el blog a pesar del mes en que nos encontramos (no voy a tirar de estadísticas, ya que el que quiera si busca las encuentra), pero me llama especialmente la atención los casi mil visitantes que hasta el momento se detuvieron en la triste noticia del fallecimiento de un deportista no muy conocido como es el caso del joven Mikel Marroquín y no se si eso es bueno o malo. Prefiero creer lo primero ya que el único motivo de que este espacio parezca en algún momento una crónica de sucesos no corresponde a ningún tipo de interés de tipo morboso ni ningún sentimiento semejante, sino el de que los luctuosos acontecimientos que rodean a deportistas hagan reflexionar a los lectores y si una vida perdida como la de Mikel alerta y evita alguna tragedia semejante algo positivo se habrá conseguido. Algo parecido se pretende con la continua publicación de casos de muertes súbitas ya que una buena parte de las mismas pasan desapercibidas si el fallecido no pertenece a la élite. Siempre habrá esquelas a página completa y otras que ni siquiera aparecen en la prensa local por falta de medios de los familiares del que nos abandona. Incluso muerto algún cabrón le sigue robando protagonismo a la buena gente como si en la otra vida el tamaño importase. Pero volviendo al asunto del fatal accidente, viene a mi memoria el recuerdo de esta escena de la película "Mar adentro" en la que Ramón Sampedro inició el camino a una muerte en vida que casi todos conocemos. Mucha precaución, por que en ocasiones nos lanzamos a unas aguas que parecen claras y transparentes, pero lo que nos parecen peces de colores nos esperan convertidos en tiburones para empujarnos hacia el fondo. Lo escribo con conocimiento de causa, pero con la diferencia de que no me he tirado sino que me empujaron ... el golpe ya lo he recibido, pero espero tener la resistencia suficiente y vivir para contarlo ya que no todo se produce por accidente aunque pueda parecerlo.