Revista Cine

Mar de agosto - cap. 14

Por Teresac

(Marta regresa a Castromar, su pueblo natal, para pasar sus vacaciones de verano. Allí se reencuentra con sus amigos de la infancia, Ana y Tomás, y su primer amor, Antón. La estancia que esperaba tranquila e idílica se ve trastornada por un loco que rapta niñas para luego abandonarlas en la playa del pueblo, esperando que se ahoguen. Marta y Ana guardan un terrible secreto de su infancia, relacionado con la muerte del padre de Andrés el Canicas, un compañero de colegio, que se temen pueda estar detrás de esos secuestros. Marta y Antón inician una relación que siempre han tenido pendiente.)MAR DE AGOSTO - CAP. 14– XIV – Era domingo y Antón no tenía que trabajar. Desayunamos con calma, remoloneando hasta bien entrada la mañana; a ratos hablando, a ratos solo mirándonos, sonriéndonos, disfrutando de esos momentos únicos que se viven al comienzo de una relación.A mediodía decidimos salir a ver el sol, pero en el momento en que abría la puerta me encontré con alguien que tocaba el timbre.–¡Roberto! –bufé exasperada, no podía creer que al final lo hubiera hecho.–Cariño...–Quieto ahí –le detuve en seco dándole un manotazo en los dedos para que no me abrazara– Te dije que no vinieras, te lo dije bien clarito –por el rabillo del ojo podía ver a Antón en la puerta de la cocina, intentando decidir si hacía notar su presencia o no.–Pero Marta, sabes que tenemos que hablar.–¡No! No tenemos que hablar nada más. Hemos hablado más en los últimos meses que en los dos años que estuvimos juntos. Se acabó, Roberto, ¿de verdad quieres que vuelva a repetírtelo?Le miré a los ojos, aquellos ojos azules que un día me habían parecido hermosos, seductores, y una súbita tristeza me invadió al pensar que quizá un día tendría que decirle a Antón las mismas palabras.–No lo dices en serio, lo veo en tu mirada –Roberto se acercó más, tanto que casi nos tocábamos. Tuve que levantar el rostro para seguir mirándole y sí, seguía siendo tan guapo, tan alto, tan elegante como el día que le conocí, pero ahora ya no me inspiraba nada.–No me conoces –aseguré–. Nunca llegaste a hacerlo –extendí mi brazo, como pidiendo ayuda, y Antón se acercó y tomó mi mano. Saludó a Roberto con un sencillo hola, casi cohibido.–¿Por eso estás aquí? ¿De qué va esto? ¿Es tu primer novio de infancia o algo así?–Algo así –contestó Antón, su brazo me rodeó la cintura atrayéndome hacia su cuerpo.–Pues toma nota, amigo, en menos tiempo del que crees serás tú el que se encuentre a este lado de la puerta –Roberto dio un paso atrás, mirándonos rencoroso–. Lo sé porque yo también estuve en ese lado no hace mucho.Se alejó dejándonos envueltos en la bruma espesa de su rencor. El encanto de la mañana se había perdido y apenas intercambiamos unas palabras mientras caminábamos hacia el muelle.–Así que ayer Xan os montó un numerito –dijo Ana que estaba sentada en la terraza del bar del puerto con Marina. Las hijas de mis dos amigas estaban asomadas al malecón, tomando unos helados.–Había bebido –quise excusarle.–Qué novedad –Ana me rehuyó la mirada y noté que estaba más afectada de lo que intentaba aparentar. Me senté a su lado y le cogí una mano bajo la mesa.–¿Qué vas a hacer?–No sé de qué me hablas.–De Xan. De ti. ¿Qué vas a hacer? ¿Crees que tiene solución o no?–No lo sé.–Tienes que saberlo, tienes que decidirte –le obligué a que me mirara a los ojos–. Por ti y por Sarai, no podéis continuar con esta situación.–¿Quieres decir que deberían divorciarse? –preguntó Marina, dubitativa.–Digo que tienen que hacer algo, y solo hay dos opciones. Deberíais hablar y decidirlo entre los dos; cuando hayáis tomado una decisión todo será más sencillo, es necesario que sepáis qué queréis hacer con vuestra vida.–No sé si podremos hablar civilizadamente.–Haced un esfuerzo –dije y miré a Sarai, la niña me sonrió y me saludó con la mano; no podía escucharme desde donde estaba.–Vale, lo he captado –Ana apretó mi mano y se obligó a sonreír mientras daba un sorbo a su refresco–. Me había olvidado de lo mandona que eras.

Volver a la Portada de Logo Paperblog