¡Qué paradojas esconde la vida!. Ahora que no puedo entrenar al ritmo deseado, ardo en deseos de recuperarme físicamente para intensificar mi preparación y sin reparar en los sacrificios que ello me obligará a asumir…
No hay estímulo más poderoso e inhibidor de la aversión al esfuerzo como el que supone fijar objetivos valiosos para desarrollar lo mejor de uno mismo