Artur Mas cree que Barcelona es heredera de la Grecia homérica, capital de los inventados Països Catalans, Alejandría del oeste que ilumina el Mediterráneo hasta Sicilia, y que invade Francia, Valencia, Murcia y Aragón.
Es cierto que Barcelona podría ser capital de algo más grande que Cataluña, pero sólo como Miami es meta de ricos latinoamericanos y de barcos de recreo.
Es hermosa y tiene algo que supera a capitales como París, Berlín o Madrid: puerto de mar, donde atracan grandes cruceros decepcionados con otras Ítaca más descuidadas, como Génova o Marsella.
Embellecida con los JJ.OO. de 1992, el orgullo localista cree a Barcelona la única Ítaca, que Ulises nació allí, igual que Cervantes, Colón, Teresa de Ávila, el Lazarillo de Tormes, Leonardo da Vinci, Hernán Cortés, Erasmo de Rotterdam y, en fin, todo europeo notable de tiempos pasados.
Tanto es así que Artur Mas ha dicho que en realidad la Marca Barcelona está muy por encima de la Marca España.
Cree que en la imagen que el mundo tiene de España lo único realmente valioso es Barcelona. Con la independencia catalana, España se quedará en nada.
Pero cuando los turistas entran en su ciudad compran muñecas con faralaes y en lugar de sardanas, ritmo creado por un andaluz, piden flamenco.
Porque la marca Barcelona es indisociable de lo más tópico de España, que abarca hasta los toros prohibidos en Cataluña, más detestados por muchos más españoles que por los cruceristas.
Josep Plá, el mayor escritor-periodista catalán del siglo XX, describía la exaltada egolatría de sus paisanos: nacía de una sensualidad onanista, irreal, anárquica y mágica que sublimaría Dalí.
Egolatría, imitada toscamente por Mas, que conduce a los suicidios rituales periódicos que le profetizó a Plá, en 1931, el filósofo barcelonés Eugenio d’Ors.
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JAMES SKINNER
Su último artículo en Hackwriters tiene un título descriptivo,Three Deadly Sins in Spain. Los tres pecados capitales en España.
El ingeniero, escritor y antiguo cónsul británico afincado en España sufre con este país cuando describe su corrupción, que afecta a los partidos, ahora al PP, y a personalidades de la Casa Real, como Iñaki Urdangarín, señala su burocracia y el desempleo que genera, y también el secesionismo de las autoridades catalanas.
Aunque titule sobre tres pecados capitales, en realidad escribe sobre un país que tiene muchos más que pueden colapsarlo.
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SALAS