Marcelo Diaz, el hombre que esculpía música!
Poeta, escultor, o debería decir escultor-poeta, en una palabra bien bramante, ante todo un ser humano íntegro con conciencia de su temporalidad.Otra palabra creo que le define muy bien sería lirismo. Canta cuando esculpe y canta cuando escribe, y si quisiera cantar-cantar sería Caruso :) pues tiene una bella voz timbrada que mece cuando habla, y atina en lo que dice y afina cuando musita alguna melodía... pues, además, su verso siempre esta atento a la sonoridad, al ritmo, a la cadencia, al vaivén y a la sensorialidad pura... Como su obra en madera... Hoy he disfrutado observando un proyecto maravilloso de escultura abierta a que los que pasen bajo ella oigan hasta el mar!
Siempre ha trabajado cerca de su radio clásica, disfrutando con nuestro querido y añorado Fernando Argenta, el gran divulgador (gracias, gracias, Fernando, por hacernos felices). Purcell, Puccini, Orff, Ravel se encuentran entre sus favoritos, pues sus predilecciones están asentadas en el pilar de la paciencia, la meditación, la sapiencia... es ese tipo de artista que España necesita, culto, capaz de conversar profundamente de todo, un intelectual "de los de antes", un genio que sueña con música de cello y que convierte añejas cuerdas de contrabajo en una obra visual pero sobre todo espiritual, otorgándole una segunda vida a toda materia que toca, rebosando siempre de imaginación y de sugerencias, de visión y fantasía, de desenfado y sensibilidad...
Marcelo te habla y te escucha, tiene un gran sentido de la comprensión que creo que aplica también a la madera cuando la "oye" primero y la desnuda después, en un continuo desbaste puliendo fantasías día a día. Conozco pocas personas tan honrada y apasionadamente trabajadoras.
Hoy me ha obsequiado con la restauración de un antiguo oboe de encantamiento de serpientes árabe, realizada con mimo y celo, casi con caricias.
Paso a diario por su escultura anexa al Teatro Principal de mi ciudad, esa radio-instrumento músico que, seguro, se encuentra tan contenta de estar situada ahí, es el lugar en el que puede escuchar ecos de tantas músicas que por ahí pasaron, y de algunas actuaciones teatrales le llegan vibraciones y murmullos cuando se abre la puerta...
Marcelo, Marcelo! Algo más que un amigo, casi un padre y confidente... Me abrió las puertas de su escultural casa para recibir a mis alumnos en varias ocasiones, explicándoles los secretos de las distintas maderas de los pianos y cómo estaban "vivas" (que linda perspectiva!). Marcelo, con cariño quiero que sepas que tienes abiertas, desde hace muchos años y ahora más, las compuertas de mi corazón y que seguiré atento a tus consejos, escuchándote lo mejor que pueda!