Revista Sociedad
Hay episodios en la historia de un país que nunca deberían recordarse por su nefasta repetición después de los años. La nacionalización de la petrolera YPF por el Gobierno de la República argentina podría sonar a ocupación de un capital en que se ven reflejados los intereses nacionales españoles. Puesto que esta empresa, otrora petrolera nacional española de referencia, fue privatizada en su momento, podría discutirse si realmente el Gobierno español ha de jugarse las relaciones con un socio económico de preferencia en el cono sur por una multinacional que sólo tributa una parte de sus beneficios en España. Poniendo en riesgo incluso el futuro de otras inversiones españolas en el país argentino. Pero dado que el Gobierno español ha hecho de esta intervención un tema de agravio nacional, me pregunto hasta qué punto los Jefes de Estado han de poner en juego los intereses de un país por los de una empresa privada.Otra cuestión, algo más que anecdótica, son los tiempos medidos del Gobierno de Cristina Fernándezhasta consumar la toma de YPF. Una semana antes se había limitado a anunciar la nacionalización de YPF. El Gobierno español respondió, e incluso llegó a pensar que se trataba de uno más de los anuncios populistas de la presidenta. Ésta se supo mesurar, y ante los embajadores españoles se comprometió verbalmente a llevar la disputa por medio del diálogo. Pero, ¿por qué justamente durante una cumbre de Estados americanos se decide a romper su compromiso y dictar la nacionalización de la petrolera...?Si fuésemos mal pensados probablemente acertaríamos. Pues no habría nada de casual en el momento elegido, justo cuando nuestro Jefe de Estado había sido descubierto en su affair sentimental con su "representante" Corinna zu Sayn-Wittgenstein, por un desgraciado "accidente" en la cacería que ésta misma le organizó junto a otros empresarios de dudosa reputación. Incluso pondría en duda el accidente tal y como nos lo han contado. Pero esto no me preocupa tanto, pues cuando el tiempo ponga distancia y el velo que cubre a la Casa Real desaparezca la población española conocerá a qué tipo de personaje han estado sacando brillo durante tantos años. El caso es que Cristina Fernández, al igual que Mohamed II a finales del 75, utilizó el polvorín informativo en que estaba envuelta España, y la dejación de funciones del Jefe de Estado para ocupar la empresa española. Podríamos acusar al monarca de infidelidad continua con la reina, y no revelaríamos nada que no hubiese hecho ya el rey a su familia, según desvela la revista "Vanitatis".Tal infidelidad no es nada comparable con la dejación de funciones continuada del Jefe del Estado español, por la que debería plantearse disolver la sociedad económica y de privilegios que ampara su cargo, y no causar más vergüenzas al Pueblo español, ni poner facilidades para que otros países ocupen intereses españoles aprovechando tal dejación, como sucedió cuando su mentor, el dictador Franco, ya agonizaba.En aquella ocasión nos costó el Sahara Occidental. Franco murió, pero nos dejó un rey nombrado a dedo. En esta ocasión la historia tiene tintes similares; nos ha costado un YPF y probablemente un rey. Lo malo es que éste, al igual que el dictador, también tiene designado a su sucesor. No se extrañen que más pronto que tarde tome forma la abdicación y la monarquía cambie de collar.