Marchando una ración doble de conspiranoia
Publicado el 18 marzo 2010 por Hugo
Miguel Jara en
Espejo Público (el año pasado), o
Cómo combatir el alarmismo con más alarmismo:
- Susanna Griso: Pero ¿en qué se basa usted para decir que la industria farmacéutica está creando nuevas enfermedades (...)?
- Miguel Jara: Sí, sí, bueno, no hay más que observar que el número de enfermedades no para de crecer.
Rafapal en una manifestación sobre el 11-M (el otro día):
Hoy es el día que la derecha y la izquierda se unen (...) para exigir la verdad de qué pasa con el terrorismo, que es la que básicamente una gran parte de los despiertos conoce: que es que el terrorismo está creado en las cloacas de los propios Estados para mantenernos en ese estado de miedo colectivo que justifique las medidas policiales y de seguridad.
Contra todo eso, un poco de psicología y un mucho de paciencia:
¿Por qué la gente cree en teorías conspirativas altamente improbables? En escritos anteriores he aportado respuestas parciales, (la tendencia a encontrar patrones significativos en el ruido) y al hecho de agenciar (la inclinación a creer que el mundo está controlado por agentes internacionales invisibles). Las teorías conspirativas convierten a un conjunto de sucesos aleatorios en pautas significativas y luego adjudica paternidad a estas pautas. Si a esto le añadimos nuestra inclinación a confirmar nuestros propios prejuicios (buscar evidencias que confirmen lo que pensamos) y la llamada percepción retrospectiva (aquella que une a explicaciones post de facto con la información disponible), tendremos todos los elementos de la teoría conspirativa.
Michael Shermer, en Tercera Cultura.
Una vez más, el problema de las teorías de la conspiración es que presuponen que las personas son capaces de ejercer un exhaustivo control sobre los acontecimientos. Yo creo que la complejidad surge rápida e inesperadamente (...) La teoría de la conspiración fracasa porque presupone que las personas poseen, en sí mismas, los medios para conseguir sus fines.
Bernard Beckett, Génesis *
(*) B. Beckett,
Génesis, Ediciones Salamandra, Barcelona, 2009, p. 51 y p. 57.